El Sueño de Volar
Comenzamos aquí una serie de artículos dedicados a la aeronáutica y el espacio. Desde los sueños de nuestros antepasados de poder emular a los pájaros, hasta la conquista espacial y el hito de haber podido llevar un ingenio humano más allá de los confines del sistema solar. Una serie de avances que en poco más de un siglo nos han llevado a culminar proyectos que años antes nos parecían imposibles. Durante esta serie de artículos intentaremos trasmitiros no solo dicha evolución como una mera sucesión de acontecimientos cronológicos, sino también el contexto histórico en el que dichos avances se han ido produciendo y una explicación técnica de los mismos. El cómo y el por qué funcionan las cosas. No nos olvidaremos de la conquista espacial, de sus logros más innovadores y de sus aplicaciones prácticas más mundanas. Todo ello regado con alguna que otra anécdota que puede que no conozcáis y que esperemos os resulte interesante.
EL SUEÑO DE VOLAR
Suele decirse que “la curiosidad mató al gato“, sin embargo no conozco ningún animal más curioso por naturaleza que el hombre. Y ése puede que sea el rasgo más característico de nuestra especie. El querer llegar más allá, más allá aún de lo que en un determinado momento puede parecer lógico o alcanzable. El sueño de volar ha perseguido al género humano a lo largo de la historia. Leyendas precolombinas hablan de mitos alados como Ayar Uchu. Los más conocidos Dédalo y su hijo Ícaro, encerrados en la isla de Creta y de la que escapan fabricandose unas alas hechas con plumas y cosidas y pegadas con hilo y cera (aunque Ícaro no llegara a su destino debido a su sueño de llegar al paraiso y volar “demasiado cerca del sol”). El rey persa Kai Kawus que según la leyenda voló en un carro arrastrado por águilas…
Ya en la época medieval nos empezamos a encontrar con personajes decididos a convertir en realidad lo que hasta entonces había sido un sueño. En la mayoría de los casos enfrentándose a las burlas de sus coetáneos y a la dura crítica de la Iglesia, salvo en honrosas excepciones. Una de éstas fue Eilmer de Malmesbury, monje Benedictino del siglo X. Parece ser que en su juventud, inspirado en la lectura de la leyenda de Ícaro y Dédalo, se lanzó a construir una especie de planeador que no sería más que un par de alas unidas a un armazón de madera. Tan seguro estaba del funcionamieto de su logro que él mismo se lanzó desde la torre de la Abadía llegando a planear varias decenas de metros, aunque rompiéndose las piernas en el intento. Su propósito de perfeccionar su invento se vio truncado tras ser persuadido de dejarlo por el Abad. Suponemos que anteponiendo la integridad física de Eilmer ante todo.

Recreación de Eilmer de Malmesbury en su salto desde la torre de la abadía a bordo de su ingenio alado
Más conocido por todos son las famosas máquinas voladoras de Leonardo da Vinci. Más allá de su genio como pintor y escultor, Leonardo destacó en su faceta de ingeniero, plasmando en planos y croquis multitud de inventos avanzados a su época. En el campo de la aeronáutica podemos destacar varios diseños de planeadores (con alas fijas y con alas batibles), el tornillo aéreo (que recuerda al actual helicóptero) o uno increíblemente parecido a los actuales paracaídas.
No fue hasta el siglo XVIII cuando se empezaron a llevar a cabo en la práctica inventos que podemos calificar de similares en cuanto a complejidad a los diseños de Leonardo. No fue sin embargo la aerodinámica la que consiguió despegar al hombre del suelo en un primer momento sino algo conocido desde hace siglos por el hombre, el Principio de Arquímedes. “Todo cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo será empujado con una fuerza vertical ascendente igual al peso del fluido desplazado por dicho cuerpo. A esta fuerza le llamamos empuje”. Vaya, que cuando el empuje es mayor que el peso el “invento” flotará. No volará, pero flotará. Introducimos aquí la distinción entre Aerostato y Aerodino. Aerostato será toda aeronave que usa el empuje para separarse del suelo mientras que Aerodino es toda aquella aeronave capaz de generar sustentación.
Parece ser que la primera persona capaz de construir un aerostato funcional fue Bartolomeu Lorenço de Gusmäo, inventor y jesuita portugués nacido en Brasil. Motivado por las aplicaciones prácticas que podría tener un “instrumento capaz de andar por el aire” e inspirado después de ver cómo una pompa de jabón se elevaba tras pasar sobre una vela, el día 8 de agosto de 1709 realizó una demostración ante el rey Juan V de Portugal en la casa de Indias de Lisboa de su globo de aire caliente no tripulado. Logró elevar su Passarola 4 metros sobre el suelo. Sin embargo topó una vez más con la Iglesia. Esta vez con el Cardenal de Lisboa (el más tarde Papa Inocencio III) que declaró a Bartolomeu “socio del diablo”.
Más tarde los hermanos Montgolfier (Joseph-Michel y Jaques-Étienne), de una familia de 16 hermanos hijos de un industrial papelero francés, agudizando también su vena analítica y observando como bolsas de papel invertidas se elevaban poniéndolas sobre el fuego, consiguieron la fama con diferentes demostraciones públicas de su globo volador. Algunos historiadores plantean el conocimiento que los Montgolfier tuvieron en su día de los anteriores experimentos de Bartolomeu Lorenço de Gusmäo.
La primera de estas demostraciones públicas data del 4 de junio de 1783 en la que elevaron un globo de lino de 11 metros de diámetro y 226 kilogramos de peso con una duración de 10 minutos y alcanzando una altura de unos 2000 metros. Más tarde realizarían experimentos con “tripulación animal” para ser el 21 de noviembre de 1783 cuando Pilâtre de Rozier y Marquis d’Arlandes realizaban la primera ascensión realizada por humanos en un vuelo sobre París donde se recorrieron alrededor de 10 kilómetros a una altura de unos 100 metros. El propio de Rozier y su acompañate Pierre Romain tienen el triste privilegio de ser las primeras víctimas mortales de la aviación. Todo sucedió en su intento de cruzar el Canal de la Mancha el 15 de Junio de 1785 cuando su globo se estrellaba en el Paso de Calais. Para colmo, en todo caso la pareja formada por Jean-Pierre Blanchard y John Jeffries ya les había arrebatado el honor de ser los primeros en cruzar el Canal de la Mancha en globo, gesta que lograron el 7 de Enero de 1785 a bordo de un globo de hidrógeno.
En este mismo siglo XVIII aparece nuestro héroe local, Diego Marín Aguilera. Hijo de agricultores castellanos y natural de Coruña del Conde el emprendedor Diego siempre fue una mente despierta con un gran sentido práctico. Sin ir más lejos durante su vida diseñó diferentes artilugios que llevó a cabo y que contribuyeron a mejorar la vida de sus convecinos. Entre estos trabajos destaca uno concebido para mejorar el rendimiento de los molinos de agua sobre el río Arandilla. Fue su conocimiento sobre estos molinos y los tradicionales de viento lo que le llevó al diseño de lo que realmente, con el permiso del abad Eilmer, pudo ser el primer planeador realmente funcional construido por el hombre. El primer Aerodino. Después de estudiar minuciosamente el vuelo de las aves, la proporción de su peso con respecto al tamaño de sus alas, la disposición de las plumas, etc., construyó un armazón de madera y hierro con ayuda del herrero del pueblo. La escala que utilizó fue la misma que existe en las águilas, esos pájaros en los que llevaba tanto tiempo fijándose. El diseño, que tardó seis años en finalizar, seguía lo más fielmente posible sus proporciones, tanto en las alas, la cola como en la disposición de las plumas que utilizó para el recubrimiento. Dotó al invento de un sistema de poleas y manivelas que ayudarían a su gobernabilidad.
Ni corto ni perezoso, la noche del 15 de mayo de 1793 ayudado por el herrero y una hermana de éste subieron el ingenio hasta la montaña donde se haya el castillo de Coruña del Conde desde donde partió con la frase “Voy a Burgo de Osma, de allí a Soria. Volveré en unos días”. Y de allí despegó, consiguiendo alzarse a una altura de unos 6 metros y planear unos 400 cruzando el río Espeza tras lo cual, debido a la rotura de un perno, se precipitó al vacío. Allí se lo encontraron vivo y coleando mientras maldecía su mala suerte, o el mal hacer del herrero. Él y sus amigos decidieron perfeccionar el invento, que a su entender había funcionado a la perfección. Sin embargo, tras enterarse de sus intenciones sus parientes y convecinos ayudados por el cura del pueblo y tras calificar su osadía como demoníaca, aprovecharon una ausencia suya para robar el aparto y quemarlo. En 1799 murió a la temprana edad de 44 años. Diego no dejó ninguna documentación sobre su invento, lo que ha hecho que durante muchos años el hito histórico conseguido por él fuera silenciado a favor de personajes europeos que, con más renombre, han aparecido sistemáticamente como los primeros conquistadores del cielo.

Castillo de Coruña del Conde junto a un caza conmemorativo del vuelo de Diego Marín donado por el ejército del aire Español
Unos tienen la fama y otros cardan la lana. Bueno, Otto Lilienthal también cardó bastante lana, todo hay que decirlo. Pero sobre nuestro héroe local Diego Marín, Lilienthal siempre ha tenido la fama de ser el auténtico creador y desarrollador del planeador. Tras los descubrimientos y experimentos del siglo anterior de George Cayley (descubridor de la sustentación aerodinámica y creador y desarrollador de hélices), Lilienthal es considerado el primer Ingeniero Aeronáutico. Un auténtico erudito de la ingeniería con sólidos conocimientos teóricos y prácticos. Su historia está plagada de éxitos empresariales y técnicos. Los beneficios de su empresa le llevaron a autofinanciarse diferentes proyectos que culminaron en el primer intento de vuelo en 1891. Construyó diferentes prototipos consiguiendo con cada uno de ellos resultados poco a poco más esperanzadores. Uno de sus mayores éxitos fue la construcción y venta del “Normalapparat” (el planeador normal) del que vendió 9 unidades y con el que, teóricamente, se podían realizar planeos más o menos seguros.
Su vida se truncó repentinamente el 9 de agosto de 1896 cuando sufrío un accidente mortal probando una de sus máquinas planeadoras. Otto Lilinethal, con todo merecimiento, ha pasado a la historia como uno de los grandes pioneros de la aviación, con la construcción de más de 11 modelos de aeronaves y la publicación de multitud de obras didácticas del mundo de la aeronáutica.
Pero no fue el único. Muchos le siguieron…
Muy bueno!
Alguna vez he tenido sueños en los que planeaba sobre la ladera de una montaña.
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Carl, estupendo artículo de presentación.
Por si no lo sabéis Carl Cox se ha convertido en un nuevo colaborador (y administrador) del blog CyD. Carl lleva bastante tiempo como lector y ha participado en gran cantidad de debates en este medio. Ahora, para lo bueno y para lo malo, forma parte de este grupo que intenta divulgar conocimientos científicos en la blogosfera.
¡Bienvenido Carl, y a seguir así!
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Estupendo articulo. Espero con impaciencia los siguientes.
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Gracias por la presentación Manuel, y por la oportunidad que me habéis dado de colaborar con vosotros. Espero que disfrutéis con mis pequeñas aportaciones.
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Magnífica incorporación. Magnifico comienzo.
Ya tardan las otras entregas.
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Gracias por el artículo y felicidades.
Me alegro de la incorporación de Carl Cox al blog como autor, ya que las entradas de temática tecnológica son menos frecuentes que las de otro tipo.
Estoy deseando que llegue a la época de Juan de la Cierva y que se explaye con ese personaje patrio tan fascinante.
Saludos.
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Me sumo a la bienvenida y a las felicitaciones por el excelente artículo de estreno. Cierto que la tecnología la tenemos un poco apartada, ya que solo Rano ataca el tema de vez en cuando. Esperemos que con el refuerzo de Carl Cox, vaya cobrando más importancia, y a este nivel.
Saludos.
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Hombre, me alegra que se traten otros temas, al final esto esta muy centrado en la biologia.
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Gran comienzo, Carl. Espero tus próximas entradas.
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Buen comienzo Carl Cox. Has hecho que me interese bastante por este tema tan apasionante. Espero con ansiedad próximos artículos. 😉 Tras documentarme un poco más sobre Otto Lilienthal (que era alemán) leí que dijo algo bastante curioso antes de morir: «¡Es necesario que haya sacrificios!». Todo un aventurero.
P.D: Una cosita, ¿por qué te haces llamar así? ¿Es por el DJ homónimo http://es.wikipedia.org/wiki/Carl_Cox ? Es simple curiosidad. 😀
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Enhorabuena por tu primera aportación, Carl. Te seguiré con entusiasmo.
Dada tu nueva condición de administrador ¿no deberías cambiar tu imágen o avatar?
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Fantástico este primer artículo, Carl! 🙂
Me sumo a las felicitaciones. Has conseguido un hilo argumental que realmente engancha. Nos lo tomamos como un regalo de reyes, y nos quedamos esperando la continuación con bastantes ganas.
Saludos, y bienvenido al club. 😉
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Pues si AvA, es por el DJ. Pero no porque me guste ;). La historia es muy larga. Empece a usarlo por casualidad y lo he mantenido ya por habito.
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