Parásitos (1). ¿Xenomorfos? Bah… no es para tanto
Xenomorfo. Desconozco hasta que punto este término está extendido en la población. Pero… ¿Qué tal: “Alien el Octavo Pasajero”? Seguro que ahora la mayoría sí que comparte mi visión: negro, grande, agresivo, mortal, ácido y mucha, pero muchísima sangre humana salpicando por todos lados. Uno de los rasgos que más famoso ha hecho a la criatura de Ridley Scott es que cuando eclosiona al finalizar su etapa parasitaria, lo hace desde la caja torácica de su víctima, quebrantándola y expondiendo corazón y pulmones al exterior. Por lo que el huésped, el desafortunado que alojó al parásito, termina hecho hecho unos despojos. Es una cruenta criatura de la Ciencia Ficción pero… ¿Y si digo que esta sangría y mala leche no es para tanto si lo comparamos con el mundo real?
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«Parásitos» es una palabra derivada del latín «parasītus», que a su vez desciende del griego «παράσιτος», la cual está formada por el prefijo «para-» (al lado de) y «sitos» (trigo, pan), literalmente, al lado de la comida. Aparentemente, en la Antigua Grecia el parásito inicialmente era una figura ritual de importancia. En Atenas, todo ciudadano estaba obligado a participar una vez por mes en una comida comunal que era llevada a cabo en los santuarios de los dioses Apolo, Atenea, Hera o Heracles; dichos participantes también eran conocidos por el nombre de «hierophagoi» (comensales sagrados), «paredroi» (asistentes) o «symbiotai» (compañeros).
Pero con el tiempo la imagen del parásito fue evolucionando hasta asociarse a aquel tipo que se las ingeniaba para ganar una invitación a cenar, llegando a desempeñar un gran papel en la comedia griega y más tarde, en la romana; sin embargo, ambos tipos de parásitos guardaban diferencias. El parásito de la comedia griega era un tipo que aparecía en la puerta de cualquier casa esperando su invitación aprovechándose de la hospitalidad de los dueños, por su parte, el parásito de la comedia romana se asociaba a un único huésped o rex y llegaba a considerarse a si mismo parte indiscutible de dicha familia. Actualmente el parásito es considerado una sinonimia de politipufo.
Hoy día usamos parásito para hablar de aquel que «vive a costa de otros». En el mundo biológico, el parasitismo es un comportamiento en el que una entidad viviente logra su supervivencia a expensas de otra entidad viviente, pero que a diferencia de la depredación o del herbivorismo, donde la víctima es capturada y devorada total o parcialmente en el mismo instante; en el parasitismo la víctima es consumida viva y lentamente. Dependiendo del parásito, la vida de la víctima puede desde no sufrir cambios hasta darse por terminada.

Preciosísimo ejemplar de Cotesia glomerata rubecula. Crédito: N.E. WildLife
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La pequeña criatura de la foto superior es Cotesia glomerata. Es una avispa, sí, como esos bichos amarillos y negros tan abundantes en el verano hispano, provistos de venenosos aguijones y absolutamente ningún reparo en picar. Al verlas no es difícil intuir que las avispas son muy abundantes. Pero… son muchísimo más abundantes de lo que podamos imaginar. Las avispas se incluyen en un grupo de insectos conocido como Himenópteros, dentro del cual también están metidos los abejorros, las abejas y las hormigas.
Los Himenópteros ocupan el segundo o tercer lugar en el ranking de insectos más numerosos, después de los inmensurables coleópteros (¿hijos incontables? ¡chúpate esa Abraham!) y los elegantes lepidópteros de bellas escamas. Recuentos recientes, del año 2009, calculan que hay descritas 144.695 especies de himenópteros y constituirán alrededor del 10% de las especies vivas; hoy las cifras serán bastante superiores y los entomólogos calculan, así a ojo, otro millón de especies de himenópteros por descubrir (estimando a la baja). Y de todos ellos ¿cuántos son parásitos? Esa sí que es una pregunta difícil de resolver y no he encontrado una cifra concreta, pero hay sospechas de que al menos, la mitad de las especies de himenópteros son parásitas. Y en cuanto a estilos de parasitismo, sin ningún reparo digo que… ¡Son los p… amos!.
Uno de los más famosos es Cotesia glomerata, es una simpática y muy bonita avispita de ~ 5–7 mm de longitud con una distribución prácticamente mundial, en parte gracias al movimiento de cultivos alrededor del mundo. Esta avispa pertenece a la familia Braconidae, un amplio grupo de parásitos que hace diez años incluía “solo” 15.000 especies, más que todas las especies de mamíferos y aves juntas. Pero eso era hace diez años y ya en aquel entonces los entomólogos calculaban que en realidad habría entre entre 30.000 y 50.000 especies de bracónidos, aunque dichas cifras podrían triplicarse.
Mas lo que hace famosa a Cotesia glomerata es su papel como controladora de plagas en los cultivos de col. Ya que aunque el adulto se alimenta del néctar de diversas flores, cosa típica de las avispas y tema en común con las abejas, cuando son larvas (la famosa fase de “gusano” de muchos insectos) tienen gustos un tanto… diferentes.

Cotesia glomerata inyectando sus huevos a una víctima, una oruga del género Pieris con apenas un par de mudas. Crédito: arthropodgenomes.org
Esta avispa es un parásito obligado (sin su víctima jamás podría sobrevivir) de las orugas de las mariposas de la col, del género Pieris, insectos que son una importante plaga del campo y criaturas odiadas por los agricultores. Pero esta avispa, lejos de acechar y cazar las orugas como hacen las aves, o hacen los leones con las crías recién nacidas e indefensas de las gacelas, simplemente pican a su víctima cuando esta aún es joven. Pero la oruga no sufre parálisis ni ninguna consecuencia que afecte a su vida «oruguil» tras el picotazo. En principio, no parece tan mala cosa ¿verdad?
El truco consiste en que no se trata de un “picotazo venenoso” basado en el aguijón. Es un “picotazo” basado en el oviscapto, un órgano que se parece al aguijón pero que no lo es, sino que como si fuese una aguja hipodérmica, inyecta entre 20 y 60 de huevos en el interior del cuerpo de la oruga. Claro que esta, se sentirá molesta e incómoda durante unos instantes y “luchará”, sacudiendo su propio cuerpo como una maza, como contra un enemigo invisible. Pero poco después la oruga seguirá haciendo su vida normal, creciendo, comiendo y engordando con avaricia como si no hubiera pasado nada.
Pero de 15 a 20 días después, cuando la oruga alcance su madurez y esté a punto de convertirse en crisálida, o incluso ya habiéndolo hecho, algo se moverá en su interior. Ya que mientras la oruga comía y engordaba felizmente, en su interior aquellos huevos que le inyectó la avispa habían eclosionado, naciendo de 20 a 60 larvas (“gusanos”) que desde entonces se habían estado alimentando de sus fluidos vitales.
Sin embargo el tiempo ya había acabado y las larvas de la avispa también habían madurado. Era tiempo de tomar la libertad ¿Cómo? Cuál criatura de la película Alien, el siguiente paso era abrirse paso a través del cuerpo de la oruga hacia el exterior, estando ella viva y sin anestesia. Pero a diferencia de aquel largometraje, no era solo una criatura, sino de veinte a sesenta, las que querían recobrar su libertad. Tras ello la oruga muere, las larvas de la avispa fabrican humildes capullos de seda y finalmente, un mes después, eclosiona la nueva generación de avispitas listas y preparadas para buscar nuevas orugas.
Es el ciclo de la vida, aunque no exactamente como lo pintan en El Rey León.
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Entradas relacionadas:
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BONUS TRACK. El ciclo vital de Cotesia glomerata. Por «National Geographic».
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REFERENCIAS.
- Biological Control. Cotesia glomerata. Cornell University. College of Agriculture and Life Sciences, Department of Entomology.
- Coleman RA et al. 1999. Parasitism of the herbivore Pieris brassicae L. (Lep., Pieridae) by Cotesia glomerata L. (Hym., Braconidae) does not benefit the host plant by reduction of herbivory. Journal of Applied Entomology 123 (3): 171–177.
- Damon C. 1995. Greek Parasites and Roman Patronage. Harvard Studies in Classical Philology 97: 181-195.
- Detienne M. 2002. The Writing of Orpheus: Greek Myth in Cultural Context. JHU Press, 199 páginas
- Dolphin K. 2001. Estimating the global species richness of an incompletely described taxon: an example using parasitoid wasps (Hymenoptera: Braconidae). Biological Journal of the Linnean Society 73: 279-286.
- Foottit RG & Adler PH. Insect Biodiversity: Science and Society. John Wiley & Sons, 632 páginas.
- Lee JC & Heimpel GE. 2008. Effect of floral nectar, water, and feeding frequency on Cotesia glomerata longevity. Biocontrol 53 (2): 289-294.
- Sharkey MJ. 2007. Phylogeny and Classification of Hymenoptera. Zootaxa 1668: 521-548.
Una entrada estupenda, Cnidus. Felicidades no solo por esta, sino por todas las que has escrito desde tu vuelta.
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Muchas gracias Javi 🙂
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soy al unico al que le ha entrado hambre ? xD
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Estas avispitas iban en el Arca de Noé junto con la plantación de coles, está clarísimo.
Y sí, en El Rey León, parece que los únicos carnívoros de la sabana son las hienas…
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La diversidad de formas y comportamientos de los insectos es fascinante y muchas veces llega a extremos dignos de historias de ciencia ficción.
Un ejemplo que para mí es sorprendente es de algunos autoparásitos. Por ejemplo, en el caso ‘Encarsia perplexa’, las hembras fecundadas depositan sus huevos en ninfas del pequeño himenóptero ‘Aleurocanthus woglumi’; estos huevos dan lugar a adultos hembra. Las hembras que no han sido fecundadas depositan sus huevos en larvas de su propia especie (que están dentro de las ninfas de ‘Aleurocanthus woglumi’) y estos huevos originan adultos de sexo masculino.
http://entnemdept.ufl.edu/creatures/beneficial/encarsia_perplexa.htm
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Buenísimo, no lo conocía. Esta me la apunto, muchísimas gracias 🙂
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Perplexo me he quedao 😀
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Hola!
La verdad es que me ha gustado mucho esta entrada, felicidades.
El único apunte que yo haría es que el herbivorismo al final es un tipo de depredación (sobre vegetales), así que no lo diferenciaría.
Un saludo.
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Hola Alberto, muchas gracias.
Estoy de acuerdo con tu apunte, pero prefiero mantenerlos separados ya que imagino que no todo el mundo asocia el herbivorismo a un tipo de depredación 😉
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Pues mira, visto así está bien planteado, sí.
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Que yuyu me dan los insectos, y mas cuando se comportan cual aliens…! 😀
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Mas bien son los aliens de ficción los que han sido creados a imagen y semejanza de los insectos. Desde las descaradas cabezas de Mantis de las películas de los 50 , hasta la más sutil aparición en el Juego de Ender. Es un viaje corto y apasionante. Con poco más de una lupa entramos en el universo de los seres que dominan el planeta desde hace mas de 200 millones de años.
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Si, si, lo se 🙂 La realidad supera la ficción!
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