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La destrucción a través de los libros


libros que ardenAutor: Darío

Si se tuviera que reflexionar acerca de lo que hay de común en las guerras que los seres humanos modernos libran desde que se han organizado en sociedades, sería difícil no ver que la destrucción del patrimonio cultural del vencido es una de las prácticas más practicadas. Así sea por el lado de la destrucción y el saqueo del arte del pueblo vencido, o por la destrucción intencionada de los sitios que albergaban ese arte, lo cierto es que el saqueo y la destrucción del patrimonio cultural del enemigo vencido es algo que todos en la guerra practican con singular esfuerzo, no estando exento nadie de que el saqueo y la destrucción cultural que un pueblo comete contra otro sometido hoy a su vez le sea aplicado mañana, ya por otros invasores, ya por una guerra civil interna. Y los libros, invento que para la gran mayoría de nosotros nació con la imprenta de Gutenberg pero que ya existían desde el mundo antiguo en muchas culturas, es algo que los invasores y ganadores de los conflictos armados buscan con también singular interés ya sea para destruirlos o para llevárselos despojando a los vencidos de su historia y su cultura, entre otras cosas.

Esta es la historia que cuenta el libro Historia Universal de la Destrucción de los Libros. De las tablillas sumerias a la guerra de Irak, de Fernando Báez en donde página tras página nos narra la destrucción del patrimonio tanto del mundo antiguo como de Bizancio como la que se llevó a cabo contra Irak en la salvaje invasión occidental a raíz de una supuesta amenaza que siempre se supo inventada y sin sustento. Siria, Bizancio, Egipto, la Grecia clásica, China, Roma antigua, Constantinopla, la España Musulmana, México prehispánico, Francia, Estados Unidos, Rusia zarista y luego soviética, Irak invadido … la larga lista de lugares y los eventos de conquistas, purgas, revoluciones, racismo y guerras religiosas, por mencionar unos pocos, afectaron la existencia de extensas bibliotecas en las que miles de libros, muchos de ellos considerados únicos, se perdieron para siempre.

Las cifras que recoge el libro (que más de las veces son aproximaciones ante la imposibilidad de la verificación) son simplemente abrumadoras como para que los lectores entiendan de manera clara lo que se perdió en cantidad, … y lo que nunca volveremos a tener en calidad. Por ejemplo, el Capítulo Tres que es una recopilación de la cantidad de bibliotecas destruidas en la Segunda Guerra mundial. Las cifras son simplemente inconcebibles: 100.000.000 de libros se perdieron en la invasión nazi a la Unión Soviética (por si no queda claro, en letras la cantidad: cien millones de libros fueron destruidos). Francia perdió entre 700.000 y un millón de libros en el transcurso de la guerra, entre ellos varios del siglo XI y XIII. Dos millones de libros fueron destruidos en Italia. De 357.000 a 500.000 fueron destruidos en Inglaterra, de nueve a once millones en Alemania. Y de colofón, se perdieron centenares de miles de libros en Hiroshima y Nagasaki, así como en Filipinas a causa de los combates y las armas nucleares. La cantidad de libros antiguos perdidos es simplemente imposible de cuantificar.

Este libro es simplemente muy difícil de leer cuando se ha hecho de la existencia de los libros el centro de la vida y el conocimiento. Y cuando se lee como personas que en teoría deberían de proteger la cultura, el respeto y el conocimiento que los libros representan -estudiantes, profesores y sacerdotes, por ejemplo-, han sido y siguen siendo en momentos los promotores de hogueras y destrucciones de bibliotecas enteras, no es difícil pensar que algo seguimos teniendo mal como seres racionales. Hace algunos años quien esto escribe se enteró del intento de quema de “El Capital” de Marx por parte de estudiantes neo-fascistas de la Facultad de Economía de la principal Universidad del país que solamente fue detenido por la abrumadora mayoría de los opositores. Sin embargo, en este medio hemos mencionado la quema de libros sobre temas de ciencias naturales en el estado mexicano de Guanajuato y en Venezuela. Y lo que se diga no lo justifica.

Pero aunque sea difícil y se oscile entre el enojo y la tristeza, la lectura de este libro difícil pero indispensable para entender lo que perdimos quizá, y solamente quizás, permita que más gente evite que la destrucción de los libros y el conocimiento que ellos contienen, se pierda para las generaciones futuras. Y deseamos que ellas no tengan que lamentar (mucho) las irreparables pérdidas que conocemos nosotros. El libro también incluye historias de pérdidas de bibliotecas producto de desastres naturales (inundaciones y terremotos, por ejemplo) y de desastres sociales que no fueron el producto de conflictos buscados (el Gran incendio de Londres, por ejemplo).

Referencia

“Historia Universal de la Destrucciòn de los Libros. De las tablillas sumerias a la guerra de Irak”. Fernando Báez. Random House Mondadori Ediciones, Colección Debate. México, Primera Edición, 2004, 387 páginas.

  1. Jorge
    12 marzo, 2013 a las 12:56

    Aunque no deja de ser terrible, si una sola copia sobrevivió a esos desastres (pienso en las Guerras Mundiales) la barbarie al final salió perdiendo,pues la obra sigue existiendo. Mucho más trágicos son los ataques contra obras de hace miles de años, que seguramente eran piezas únicas e irremplazables.

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  2. 12 marzo, 2013 a las 17:48

    es increíble las cantidades que mencionas Dario. No se puede creer!!! Uno a veces no se da cuenta de las cantidades hasta que no las lee!!!

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  3. Juan de terzas
    12 marzo, 2013 a las 19:22

    Manuel: ¿serías tan amable de poner el ISBN del libro para poder localizarlo?

    Gracias:

    Pego a continuación un enlace a un blog sobre historia clásica donde se inserta un interesante artículo sobre el concilio de nicea (año 325) donde se funda la asamblea universal de los enviados romana (en griego: iglesia católica apostólica romana).

    Viene a cuento este enlace porque, como consecuencia de ese concilio, se quemaron miríadas de libros para reescribir la historia. Y no solo libros fue lo que se quemó.

    http://www.historiaclasica.com/2008/01/el-concilio-de-nicea-el-ocaso-de-la.html

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  4. ununquadium
    12 marzo, 2013 a las 23:30

    Muy buenas! Sé que no es el artículo adecuado,pero me surgió el otro día una duda.Si la naturopatía emplea las plantas naturales -que contienen los principios activos- para tratar enfermedades,por qué se la considera una pseudociencia como la homeopatía? Y qué respuesta darías a familiares que emplean medicamentos homeopáticos que dicen «pues a mi me funciona» Efecto placebo? Gracias!

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  5. Juan de terzas
    13 marzo, 2013 a las 0:35

    ununquadium: En efecto las plantas contienen los principios activos, PERO NO EN DOSIS PERFECTAMENTE CONTROLADAS y además contienen muchos mas principios activos de los que se desea utilizar en un momento dado. Sin embargo lo de considerar a la naturopatía una pseudociencia no es tanto por el uso de plantas, si no porque cualquiera sin estudios médicos puede practicarla «porque yo lo valgo». En Orense hay un centro que enseña «·naturopatía» a cualquiera que lo pague indistintamente de su formación previa. ¿sabes cual es la verdadera dificultad de la medicina? hacer un diagnóstico correcto y eso un naturópata de esos que han hecho un cursillo no está capacitado para hacerlo porque ni siquiera sabe usar las distintas herramientas que existen para realizar un diagnóstico. Sin embargo un médico debidamente formado sí sabe diagnosticar y sí sabe si puede dar infusión de hoja de sauce en vez de aspirina.

    Yo consumo algunas infusiones y percolaciones con distintos objetivos, PERO las infusiones que consumo han sido estudiadas por verdaderos médicos e investigadores debidamente titulados y colegiados. Té, menta, manzanilla, tila, café, …

    «pues a mí me funciona» eso, precisamente, es el efecto placebo. hay mucha gente que en realidad no padece ninguna enfermedad fisiológica: simplemente tiene desordenes emocionales que autocorrige con todo tipo de sutitutivos: Unos beben como cosacos, consumen drogas a destajo y otros se pirran por los remedios homeopáticos,; el caso es evadirse de la realidad y no afrontar los verdaderos problemas.

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  6. Juan de terzas
    13 marzo, 2013 a las 1:00

    ah…! ununquandium: te contaré brevísimamente un caso acaecido en mi entorno familiar.

    2 familares míos padecieron idéntica enfermedad, Ambos tomaron homeopatía.

    Uno de ellos usó la homeopatía al mismo tiempo que siguió el tratamiento médico que se le prescribió. A día de hoy afirma que la homeopatía le funciona.

    El otro abandonó el tratamiento médico prescrito en favor de la homeopatía. A día de hoy no dice nada porque ha fallecido por un hictus cerebral.

    A ambos familiares se les había prescrito un tratamiento con acenocumarol (mas conocido como sintrom)

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  7. ununquadium
    13 marzo, 2013 a las 9:41

    Muchas gracias por las respuestas Juan! Has sido muy instructivo.

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  8. Masklin
    13 marzo, 2013 a las 10:20

    Este artículo me ha hecho recordar de inmediato el incendio de la biblioteca de Alejandría. Leyendo la historía de la Astronomía se pueden apreciar los retrocesos y pérdidas de conocimiento que hubo a lo largo de las épocas.

    Me gustaría resaltar que, así como en su momento fué la imprenta, actualmente Internet ha facilitado el acceso a mucha información. Pero al igual que con los libros, para que no se convierta en desinformación, es necesario el pensamiento crítico y este debería estar incluido en la educación.

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