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Una introducción no exhaustiva al estudio científico de la religión (VI): ¿se pueden fabricar creyentes racistas al gusto conservador?
Muchísimas personas suelen colocar la espiritualidad y la religiosidad como el eje central de su vida, individuos que luego se sorprenden (o incluso se ofenden) si se les indica que sus creencias (como en la práctica cualquier tipo de comportamiento humano) no son más que el resultado de factores genéticos, bioquímicos, hormonales y sociales que interactúan de manera muy compleja sobre esa maravilla evolutiva que es el cerebro humano. De tal manera que diferentes estudios provenientes de los más diversos campos están delineando el tan particular fenómeno de las creencias.
Estafadores ofendidos
En este mundo actual se da una más que curiosa paradoja, esos vendedores de bálsamos curalotodo, esos feriantes de carromato de las más diversas pseudomedicinas y tratamientos «alternativos», esos individuos o empresas que estafan sin pudor, vergüenza ni ética ningunas a esa legión de pobres individuos ignorantes y desesperados por mejorar sus vidas o encontrar un remedio a sus dolencias, sin embargo por el contrario se ofenden rápidamente cuando se muestran sus chanchullos y apelan a un supuesto «derecho al honor de marca» para coartar la libertad de expresión y de denuncia.
Si quiere ser más justo aprenda un nuevo idioma
Una de las principales características del ser humano es su condición moral, cada individuo posee un conjunto de creencias, costumbres, normas y valores que guían su conducta y determinan sus decisiones. Y aunque las personas tienden a creer que este sentido de lo que está bien y lo que está mal es una de las particularidades más sólidas de su personalidad (de tal manera que casi todo el mundo piensa que ellos juzgarían siempre de manera similar problemas morales idénticos) algunos estudios de psicología han demostrado que nuestra moral sorprendentemente puede verse influenciada por algo en principio tan banal como es el idioma en el que nos comunicamos en cada momento.
Mala farma: las inevitables consecuencias del libre mercado
El problema del mundo actual es que cualquier faceta se tiene que supeditar al pensamiento único neoliberal, en donde el dogma del libre mercado y la búsqueda de beneficios a cualquier precio imponen una lógica perversa y muchas veces hasta criminal. Y por supuesto, ni siquiera aspectos tan sensibles como la salud y hasta la vida de los seres humanos pueden escapar de esta tiranía, cuyo más que inevitable resultado es lo que los críticos denominan Mala Farma o incluso Far(ma)mafia.
Viejas pseudomedicinas rejuvenecidas por la nueva tecnología
Uno de los axiomas de las pseudomedicinas es que nunca desparecen del todo, sino que gracias a la siempre fértil y también disparatada inventiva humana se van renovando con las nuevas tecnologías. Así el proceso siempre es el mismo, elíjase una pseudomedicina que, aunque se base en una serie de elementos mágicos científicamente absurdos, sea cuanto más milenaria y exótica mejor, por ejemplo la acupuntura y combínese con el nuevo adelanto tecnológico recién salido al mercado, aunque por supuesto esta tecnología no tenga ninguna relación con la medicina, y ya está en marcha la nueva estafa pseudomédica.
¿Pudo aparecer el Universo a partir de la nada? (II)
Explicar cómo surgió el casi inconmensurable Universo que nos rodea es quizás uno de los grandes desafíos que ha atormentado a algunas de las mentes más brillantes de la Humanidad y esta pregunta es casi con toda seguridad la última frontera del conocimiento científico. En la actualidad, y basándose en el esfuerzo colectivo de infinidad de investigadores de todas las épocas, el método científico está cada vez más cerca de desvelar lo que ocurrió en ese remotísimo pasado que dio lugar a nuestro sorprendente Cosmos.
Jugando a la ruleta rusa microbiana
Supóngase que se dispone de un recurso muy valioso, por ejemplo un medicamento capaz de salvar la vida cada año de decenas miles de personas que no responden al resto de fármacos conocidos, y que en caso de que este compuesto no pueda ser administrado la muerte del paciente está casi asegurada. Seguramente cualquier persona mínimamente razonable tendería a pensar que los sistemas sanitarios en particular, los gobiernos y la sociedad en general y hasta la legislación en última instancia tendrían especial cuidado en preservar su eficacia el mayor tiempo posible, evitándose además cualquier situación que pudiera poner en riesgo este tratamiento de último recurso. Pues bien, gracias al actual sistema económico imperante en el mundo (que prima los beneficios a corto plazo de la agroganadería industrial frente a cualquier otra consideración) se está cada vez más cerca de perder uno de los últimos antibióticos de reserva de los que disponemos en la actualidad.
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