Si la ventosaterapia es peligrosa en adultos, no digamos ya en bebes
Es curiosísimo que en el actualmente avanzado mundo occidental, cuando la medicina científica ha demostrado inequívocamente sus extraordinarios logros, todo lo relacionado con las antiguas supercherías pseudomédicas orientales tengan tanto predicamento por más absurdas o nocivas que puedan ser.
La antigua civilización china es fuente inagotable de supersticiones chamánicas de todo tipo, aunque todas ellas pivotan sobre el control de una supuesta “energía” llamada Qí o Chì, “flujo vital” que ningún científico ha podido detectar nunca con ningún tipo de aparato por muy sofisticado que éste sea, y de la que por cierto nadie sabe nada después de varios milenios de constante «estudio» por parte de legiones de “expertos” de ojos rasgados. Según esta vetusta tradición, el Qí es la energía que fluye continuamente por toda la Naturaleza y cuya interrupción de su libre flujo en el cuerpo sería la base de todos los trastornos físicos y psicológicos del ser humano. Y por tanto, la modificación de ese flujo vital puede convertirse en tratamientos médicos para todas y cada una de las enfermedades conocidas.
Y dentro de esta vieja y disparatada filosofía físico-médica, los orientales tienen tendencia a intentar modificar o restablecer dicho flujo vital en el cuerpo humano con todo tipo de artilugios, cuyos representantes más conocidos son las famosas agujitas de la acupuntura y las copas (inicialmente de vidrio y después de plástico) que se administran calientes sobre la superficie de la piel y que cuando se enfrían se adhieren como una ventosa (de ahí el nombre de la técnica: “ventosaterapia”) y producen un ligero vacío, de tal manera que la succión genera una congestión local con rotura de múltiples vasos capilares con la formación de unos llamativos y grimosos hematomas como se muestra en la siguiente fotografía.

Y con el supuesto “reequilibrio” del Qí a base de hematomas, estos curanderos dicen curar las más variadas enfermedades: tos, resfriado, asma, celulitis, dismenorrea, parálisis facial, entumecimiento de los miembros, mordeduras de serpientes y hasta por supuesto el cáncer, que ya sabemos que los milenarios saberes orientales son capaces de todo tipo de proezas.

Aunque por supuesto, en estos casi dos milenios que han pasado desde que un chamán del Celeste Imperio se inventara esta necia patraña sinsentido, nadie ha podido explicar cómo la formación de unos simples hematomas subcutáneos es capaz de eliminar un enterovirus o una bacteria respiratoria, bloquear la respuesta inmune a los alérgenos, quitar los dolores de la menstruación, neutralizar venenos de serpiente y hasta eliminar células cancerosas, porque como todos sabemos ¡insondables son los misterios de la arcana sabiduría oriental! Y es de muy mal gusto preguntar por nimiedades cientifistas sobre causa, efectos y mecanismos de acción.
Y como ya comenté en CyD hace algunos años, esta delirante pseudomedicina tuvo su momento de gloria en las olimpiadas de Río de Janeiro, cuando muchos nadadores mostraron las cicatrices de tan bárbara como absurda práctica.

Pues bien, parece que con los años la ventosaterapia no sólo ha continuado, sino que ha sido adaptada a otros sujetos mucho más necesitados de protección como son los bebés. Así, un viejo chamán turco se dedica en su “consulta» de Estambul a tratar a niños de teta con esta absurda y peligrosa práctica oriental. Es lo que tiene la globalización, que permite la rápida expansión a todo el mundo de las mayores imbecilidades.

Y no me negarán que, al menos para mí, la foto produce repulsión e indignación ante el gratuito y peligroso maltrato infantil que conlleva torturar a un bebe de tres meses, que además está aquejado de alguna enfermedad por la que sus ignorantes padres han llevado al indefenso crío ante este estúpido medieval.
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Hacéis un trabajo estupendo desenmascarando estas patrañas.
Conozco dos casos que estuvieron a punto de morir por hacer caso a timadores:
– uno fue a un homeópata que le puso una dieta sin potasio
– otro fue a un chamán que le convenció para dejar la medicación que necesitaba.
En ambos casos les sacaron el dinero que quisieron,
pero la hospitalización en la seguridad social la hemos pagado los demás.
Lo indignante es que no quisieron poner denuncia y no quieren hablar del tema ya que les da mucha vergüenza que la gente se entere que son unos ignorantes sin sentido común.
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Jose
Es un caso idéntico al que he indicado en la noticia de eldiario.es. Los estafados no denuncian y por tanto, nada se puede hacer desgraciadamente. La verdad es que no sé como las autoridades competentes no pueden actuar de oficio.
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