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Las increíbles hormigas secuestradoras
La Naturaleza es una caja de sorpresas, en donde cualquier comportamiento (siempre que genere una ventaja evolutiva) puede llegar a desarrollarse. Incluso aquellos que, desde nuestra óptica humana, pudieran ser considerados como inmorales.
Leer más…Cinco minutos de reflexión para empezar el año
El insigne Félix Rodríguez de la Fuente hizo esta breve (pero profunda) reflexión hace ya la friolera de 42 años. Sin embargo, poco ha cambiado desde entonces y lo que ha cambiado ha sido claramente para peor.
Leer más…El vuelo de las reinas
Muchos lectores, especialmente si viven o simplemente han paseado por el campo en los últimos días, habrán comprobado un curioso fenómeno: multitud de hormigas voladoras aterrizando sobre prácticamente cualquier superficie. Este «desembarco» se muestra más patente en aquellas superficies lisas tales como pavimentos o paredes, pero tiene lugar en todo tipo de terrenos.
No se trata, como algunos pueden temer, de ninguna «plaga». Al contrario, forma parte del comportamiento habitual de numerosas especies de hormigas: son los «vuelos nupciales» y su objetivo es la fecundación de las nuevas reinas y la formación de nuevos hormigueros.
Food for thought (I)
“Durante muchos siglos hemos aprendido a pedirle sacrificios a la naturaleza para el beneficio de nuestra especie, creo que ya va siendo hora de nuestra especie empiece a realizar sacrificios en beneficio de los ecosistemas.”
David Attenborough
Si no echamos el freno pronto, nos vamos al garete
Estamos en el tercer planeta de un sistema solar localizado en el extremo de una galaxia que los terrícolas llaman Vía Láctea. Desde lejos parece una mota de polvo azulada, pero si nos acercamos lo suficiente podremos escuchar la música que sale de él. Los habitantes siguen tocando y danzando en su viaje alrededor del Sol igual que la orquesta del Titanic alegraba la noche a unos pasajeros que no eran conscientes de su destino.
Al igual que el Titanic, los humanos nos encaminamos de frente hacia el iceberg y, en lugar de girar el timón y limitar nuestra velocidad, ponemos las máquinas a todo lo que den de sí. La colisión se antoja inminente, pero la música cada vez se oye desde más lejos. Y no estoy hablando de películas de ciencia ficción donde se describen catástrofes apocalípticas sino de lo expuesto en un reciente artículo, escrito por Johan Rockström y colaboradores, publicado recientemente en la revista Science. En dicho artículo se postula que los humanos hemos traspasado una serie de líneas rojas que ponen a nuestra especie en peligro. En concreto se han superado 4 de las 9 que se han marcado como señales de peligro: cambio climático, extinción masiva de especies, adición desmesurada de nitrógeno y fósforo en los ecosistemas y deforestación.
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Ébola: un ejemplo de los peligros del desconocimiento científico
La primera, cuando no única, idea que aparece cuando se habla de ciencia es la de unos extraños individuos, básicamente asociales e incluso un poco prepotentes, que vestidos con batas blancas se dedican a oscuros menesteres mediante el uso de complejos y costosísimos aparatos que parecen sacados de una novela de ciencia ficción. Trabajos éstos que en el mejor de los casos resultan incompresibles para la mayoría de la población, y que vistos superficialmente y fuera de contexto parecen no tener importancia ni relevancia alguna para la vida del ciudadano corriente y que por tanto, pueden ser ignorados impune (cuando no ofensivamente) en el mejor de los casos y que únicamente son tolerados siempre y cuando no molesten en demasía y sobre todo, no impliquen un gasto excesivo de dinero. Pero en este mundo complejo y globalizado, este desinterés (cuando no directamente desprecio) hacia el conocimiento científico tiene al final un muy alto costo tanto en dinero como en vidas, como ha puesto en evidencia la reciente epidemia de Ébola.
Los bioindicadores del cambio climático
Hace justamente 15 años paseaba por las afueras de San Lorenzo de El Escorial, población de la provincia de Madrid situada a 1.032 metros de altitud, muy cercana a la sierra y donde los inviernos son fríos. Allí me topé, junto al bosque de la Herrería, con la finca de El Castañar que emanaba una intensa luz en el cielo plomizo, debido al intenso color amarillo de las hojas de los castaños en otoño. A ambos lados de la finca hay una senda por la que se asciende hasta una pista forestal que permite llegar fácilmente, y sin el molesto tráfico de la carretera de acceso, a la silla de Felipe II, un promontorio que regala una bella vista de la zona que rodea el monasterio que habitó Felipe II hace más de cuatro siglos.
Este fin de semana he vuelto y me he encontrado con un bosque en el que las hojas siguen todavía en los árboles, con un color verde en el que solo se adivina la coloración amarillenta que anuncia la caída de la hoja. En el monte muchos árboles de hoja caduca siguen con un intenso color verde, como si las hojas acabaran de brotar. Los arces de Montpellier, que en esta época del año debieran llamar la atención por su color rojo intenso, siguen tal y como se encontraban en verano.
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Ingeniería de Toyota para plantar bosques en el patio trasero de casa
El ingeniero y activista medioambiental Shubhendu Sharma nos explica en este video como crear un bosque en cualquier pedazo de tierra o lugar, por más pequeño que sea este.
Coronavirus ¿la próxima pandemia?
La globalización, con su explosiva y exponencial mezcla de comercio y turismo internacionales de los que en la actualidad no se libra ni el más apartado rincón del planeta, está creando las condiciones idóneas para la propagación de nuevas epidemias.
Océanos saturados de residuos plásticos
El mar ha sido desde siempre el inmenso vertedero donde ha ido la mayor parte de nuestra basura y aunque los gigantescos océanos que cubren nuestro planeta parecen infinitos, está llegando el momento en el que su capacidad está siendo sobrepasada por uno de los grandes inventos modernos: el plástico, el cual está alterando y amenaza con destruir todos los ecosistemas marinos.
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