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Científicos macho y profesores hembra
Uno de los grandes problemas históricos de la ciencia es la bajísima participación de la mujer en las tareas investigadoras. Y aunque sobre el tema se han escrito múltiples y profundos ensayos, sin embargo una de las claves de este desfase de género puede tener una más que sencilla explicación.
Comprendiendo el significado de la campana de Gauss en las ciencias sociales: implicaciones sobre las diferencias de género en inteligencia
Aunque desde siempre se ha supuesto que las mujeres (y por supuesto también las minorías raciales como los negros o los aborígenes de remotas tierras) presentaban menores aptitudes intelectuales que el sobrevalorado hombre blanco (por cierto en la terminología clásica esto solo incluye a los caucasoides de origen germánico o anglosajón, siendo considerados los eslavos o los mediterráneos seres inferiores, aunque por supuesto claramente por encima de negroides o mujeres ¡faltaría más!), no ha sido hasta la incorporación de las matemáticas a los estudios sociales cuando este falaz estereotipo ha intentado alcanzar la respetabilidad académica. Y sin embargo estas herramientas matemáticas, útiles a niveles estadísticos en estudios científicos, son habitualmente malinterpretadas, sacadas de contexto y de ellas se intentan extraer conclusiones desde el punto de vista social que en el mejor de los casos y siendo muy diplomáticos se considerarían excesivas cuando no directamente inexactas.
A vueltas con los viejos test de inteligencia
Uno de los campos en donde la ideología contamina de manera más evidente a la ciencia es en el área de los estudios sociales y allí uno de los grandes caballos de batalla históricos ha sido el análisis de cómo afectan los determinantes hereditarios (genéticos) frente a los ambientales (culturales) al desarrollo intelectual. En un palabra la famosa relación entre coeficiente intelectual y genética y sus implicaciones políticas.
¡El hijo del pudiente a la universidad!
Si afirmara que la herencia genética condiciona los resultados escolares tanto o más que el entorno socioeconómico y la inversión en educación, apostillando que la incorporación masiva de la mujer a las labores docentes es una de las causas del descenso en la calidad de la enseñanza, imagino de lo que me tacharíais de forma inmediata.
Si además empleara estos «argumentos» para justificar una enseñanza segregada, menos fondos para educación, la competición entre centros públicos y concertados o la implantación del cheque escolar, estoy seguro que sumaría unos cuantos calificativos más.
Aún con riesgo de defraudar a algunos, debo decir que no comparto tales afirmaciones o -al menos- la mayoría de ellas. Sin embargo, podéis dirigir vuestros improperios a los verdaderos autores de tales opiniones: la CEOE. La organización que agrupa a los grandes empresarios españoles vierte éstas, junto a otras inestimables joyas, en un informe presentado ayer en el Instituto de Estudios Económicos.
Mientras tanto, me vais a permitir que yo me deshaogue con mis propias descalificaciones.
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