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Nuestros primos los neandertales
Se está montando mucho revuelo en los blogs de ciencia estos días con un tema recurrente. ¿Somos o no somos familiares de los neandertales? Nosotros no vamos a ser menos, así que toca explicar un poco el tema y el revuelo.
Empecemos por el principio de la historia para ponernos en situación. Hace unos cuantos años ya, la moda era separar a los Homo sapiens en dos subespecies: Homo sapiens sapiens y Homo sapiens neanderthalensis. Eso fue lo que muchos de nosotros estudiamos en la escuela. Y nos lo creímos.
Unos años más tarde, cuando se descubrió la PCR, cuando se empezaron a secuenciar genomas, se dijo que no, que todo había sido un error, que los cálculos estaban mal hechos, y claramente eran especies diferentes. Recordemos que si fuesen la misma especie, tendrían descendencia fértil, y si son especies diferentes no, por lo que este cambio era muy importante.
Y durante un tiempo, la cosa quedó así. Era la época de los descubrimientos de Atapuerca. Y cada vez nos situaban más lejos. La moda de ser una especie diferente, única. Muchos dudaban de estas nuevas teorías, argumentando lo evidente: si sapiens y neandertales vivían en el mismo sitio… ¿no iban a relacionarse? Vamos, que somos humanos… Pero parecía que no, que se debían ignorar mutuamente.
La ciencia siguió avanzando, y la teoría se volvió a un «bueno vale, puede que se relacionasen… pero la descendencia no era fértil». Erre que erre con que somos bien diferentes.
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¡No me copies! (o qué tienen en común una botella de anís, una hormiga y un escarabajo).
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Durante la evolución biológica, los organismos cambian de muy distintas maneras a lo largo del tiempo. Tradicionalmente tendemos a pensar que se van separando o, mejor dicho, van divergiendo cada vez más entre sí, y en líneas generales es correcto. Así encontramos órganos que tuvieron un origen común y que han divergido hasta parecerse poco, incluso en su función: el ala de un murciélago, la aleta de un delfín o la pata de un caballo parecen órganos completamente distintos, pero si estudiamos su anatomía interna, observamos que responden a la misma estructura.
Las estructuras como éstas que, a pesar de tener diferente aspecto y/o función, son similares anatómicamente por tener el mismo origen evolutivo se denominan homólogas y el fenómeno se llama divergencia adaptativa. A partir de la misma estructura, la adaptación a distintos medios y modos de vida ha utilizado el mismo órgano para resolver problemas diferentes.
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