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Sobre energías físicas y místicas
En el actual, hipertecnológico y desarrollado mundo del siglo XXI se da una curiosa a la vez que irracional paradoja. Los gigantescos avances científicos de los últimos siglos han permitido el desarrollo de una tecnología de vanguardia capaz de identificar y medir con extrema exactitud las más variadas formas de energías. Sin embargo otras «energías» supuestamente más próximas y accesibles se siguen manteniendo reacias al estudio científico.
Nobel de Física 2011 a la expansión acelerada del universo
Ayer martes la academia sueca ha dado a conocer el nuevo Nobel de Física correspondiente a 2011. Los agraciados han sido Saul Perlmutter, Brian Schmidt y Adam Riess, cuyos trabajos desarrollados fundamentalmente en la década de los ’90 del pasado siglo llevaron a la conclusión de que la expansión del universo se está acelerando; es decir: el universo se expande cada vez más deprisa.
Tras constatarse a principios del siglo XX que el universo no era un sistema estacionario, sino que se estaba expandiendo, los astrónomos pensaban (basándose el la materia observable y la energía medible) que la expansión originada en el Big-Bang se vería frenada con el tiempo debido a la atracción gravitatoria. Hasta la década de 1980 prevaleció la hipótesis del final del universo en forma de Gran Implosión, o Big-Crunch; el universo iría expandiéndose cada vez más despacio, hasta que en unos miles de millones de años la fuerza gravitatoria acabaría imponiéndose a la fuerza expansiva del Big-Bang. En ese momento, el universo comenzaría a contraerse para acabar concentrado en una singularidad (Big-Crunch) que -se especulaba- podría originar un nuevo Big-Bang y un nuevo universo resultante. De esta hipótesis podía deducirse que la histora del cosmos, quizás eterna, podría consistir en un ciclo de Big-Bangs y Big-Crunchs que «borrarían» toda la información de un universo antes de iniciar el siguiente.
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