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La canción fósil de un grillo jurásico
Un grupo de científicos reconstruye el sonido de un insecto que habitó los bosques de la actual Mongolia hace 165 millones de años.
El comportamiento representa un aspecto muy difícil de estudiar en las especies extintas, dado que únicamente pueden ser inferido a partir de rasgos morfológicos, rastros o cualquier otro tipo de evidencias indirectas.
En especial, el origen y evolución de la comunicación acústica es un campo muy complicado, al no quedar ningún registro fósil que pueda ser analizado. En el caso del ser humano, nuestro órgano fonador está constituido por la laringe, un órgano complejo que consta de varios cartílagos y un único hueso, el hioides, situado por debajo de la lengua y sobre el resto de componentes laríngeos.
Las estructuras directamente relacionadas con la emisión de la voz son las denominadas cuerdas vocales, un par de pliegues membranosos constituidos por un ligamento, musculatura y una capa de tejido epitelial. Lógicamente, ninguna de estas estructuras fosiliza fácilmente, dándose además la circustancia de que el hueso hioides, la única estructura laríngea que sí lo hace, no se encuentra articulado con ningún otro hueso, y al fosilizar puede aparecer en una situación desplazada que no corresponde con su ubicación original. Debido a todo esto, en los fósiles de homínidos no resulta posible conocer con seguridad la situación ni estructura de la larigne, lo cual dificulta enormemente el estudio de la evolución del lenguaje.
Mureropodia apae: nuevo eslabón entre los gusanos primitivos y los artrópodos.
Un primitivo y raro fósil de hace 520 millones de años ha sido recuperado en el yacimiento cámbrico de Murero (Zaragoza) y estudiado por un equipo de investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA) de la Universidad de Zaragoza, de la Universidad de Valencia y del Instituto Geológico de Moscú.
José Antonio Gámez, Eladio Liñán y Andrey Zhuravlev lo han publicado como un capítulo del libro ‘Evolutionary Biology‘, editado por Springer-Verlag. El fósil representa un género desconocido que ha recibido el nombre de Mureropodia en alusión a la célebre localidad del hallazgo y a las numerosas patas que tiene el fósil, y apae en referencia a la Asociación Paleontológica Aragonesa (APA).
Fuente: Proyecto Murero (Universidad de Zarazoza)
Referencia original:
Los ojos del Cámbrico
Un equipo investigador internacional, entre los que se encuentra el científico español Diego García Bellido, acaba de describir en el último número de la revista Nature, el ojo compuesto de una criatura que vivió hace unos 500 millones de años en lo que hoy son las inmediaciones de Adelaida (Australia), en la localidad conocida como Emu Bay Shale. La importancia del hallazgo consiste en que se trata de un ojo extremadamente complejo, con un elevado número de omatidios, y que daría a su portador una visión muy aguda.
Los fósiles generalmente corresponden a las partes mineralizadas de los animales (conchas, exosqueletos como los de trilobites, o huesos), pero en localidades conocidas como Lagerstätten (o de tipo Burgess Shale), la preservación es tan excepcional que se han conservado también las partes blandas de los cuerpos (tubo digestivo, músculos, vasos sanguíneos y ojos). La más famosa del Lagerstätte del Cámbrico es Burgess Shale (505 millones de años) en Canadá. Emu Bay Shale se depositó pocos millones de años después de la “explosión” del Cámbrico (542–488 millones de años).
Hasta ahora se conocían bastante bien los ojos mineralizados de los Trilobites, un tipo extinto de artrópodos que fueron los animales más diversos de nuestros océanos durante el Paleozoico (entre 540 y 250 millones de años). Sin embargo, los ojos del artrópodo descubierto son mucho más elaborados que los de los Trilobites con los que convivían.
Fósil de transición entre las avispas y las hormigas: Sphecomyrma
El proceso de fosilización no es nada trivial. Para que un cadáver fosilice éste se ha de preservar de alguna forma de la degradación, tanto biológica como química. Además se ha de conservar en un terreno con las propiedades geológicas adecuadas que permita la mineralización de aquellas estructuras susceptibles de conservarse. Y a todo ello ha de añadirse que han de mantenerse durante muchos millones de años, para llegar hasta nuestros días. De ahí que un fósil sea una de las joyas de la geología, y por ello las zonas ricas en fósiles son también denominadas yacimientos, comparables a la identificación de una mena aurífera o a un filón de esmeraldas.
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La teoría de la evolución nos dice que todos los organismos proceden de un ancestro común el cual ha variado a lo largo del tiempo dando lugar a las diferentes formas vivas que existen en la actualidad. Esos organismos varían, a la vez que se adaptan a las condiciones cambiantes del medio. Esta misma teoría predice que deben de haber existido organismos con características intermedias entre seres de diferentes grupos taxonómicos, y esos seres al extinguirse deben de haber fosilizado y dejarnos su recuerdo impreso en la roca.
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