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Lotería científica

28 enero, 2010 88 comentarios

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La gloria en la ciencia es algo que buscan la mayoría de las personas que se dedican a ella. Ya sé que muchos lo negarán, pero a nadie le amarga un dulce. Aunque muchos disimulen con excusas como buscar la prosperidad para la humanidad o vivir disfrutando del trabajo que llevan a cabo, la mayoría sueña pensando en que quizás un descubrimiento suyo aparezca algún día en los libros de texto quedando así inmortalizado. Para llegar hasta ahí la mayoría de científicos dedican horas y horas de duro trabajo experimental, con el cual pueden construir sus hipótesis y teorías. Pero hay caminos más cortos, el que algunos científicos han elegido para llegar a la fama por un atajo. Y ese es el de las ocurrencias, ideas lanzadas y difundidas, pero sin un soporte de pruebas detrás. He aquí una relación de algunas de ellas:

1. La evolución se produce por la incorporación de ADN de virus extraterrestres a los genomas de los organismos.

2. Las extinciones masivas son debidas a que nuestro planeta pasa por una región de la galaxia rica en asteroides flotantes cada 70 millones de años aproximadamente.

3. Los extraterrestres han llenado de vida nuestro planeta, y aún viven entre nosotros.

4. La especie humana ha sido diseñada por un superordenador extraterrestre que nos implantó en la Tierra.

5. Hay una tetera dando vueltas alrededor de Urano.

6. Hay un unicornio rosa invisible en todos los aparcamientos de nuestro país.

Los ejemplos 5 y 6 corresponden a Bertrand Rusell y Steve Eley, respectivamente y han sido usados como ejemplo de afirmaciones infalsables. Las primeras son mucho más sofisticadas y tienen dos ventajas. La primera es que apareceb revestidas de un halo de posibilidad científica, a priori son eventos perfectamente posibles. La segunda es que las tres son tremendamente difíciles de falsar, al menos con la tecnología actual. Y la gran ventaja para el que las emite es que puede vivir de ellas acusando a los que las rechazan de tener la mente poco abierta a nuevos conocimientos. Pero no nos engañemos, todas ellas, las 6, tienen el mismo valor científico: ninguno, ya que no han sido obtenidas utilizando el método científico, no parten de ninguna observación que induzca a pensar en esa posibilidad. Proceden de una ocurrencia que les permite mantenerse en los medios como gestores de un concepto innovador. Pero esto no debe cegar nuestra capacidad crítica y de analizar escépticamente las hipótesis que caen en nuestras manos: siguen siendo una ocurrencia.
Y cada año se enuncian cientos de esas ocurrencias, tantas que es posible que a alguno le toque la lotería. Cabe la posibilidad de que pasados unos años, por duro trabajo de investigación, y sin conocer la ocurrencia de partida, alguien confirme alguna de esas ocurrencias. Entonces se escuchará desde algún punto un eso ya lo dije yo. Y la pregunta sería, ya pero ¿quién merece la gloria de dicho descubrimiento?

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