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¿Por qué existe el “hombre blanco”?
Todos los humanos formamos una única especie a la que llamamos Homo sapiens. Basta darse una vuelta por el mundo para observar que existen una gran diversidad de fenotipos. Encontramos rubios, morenos, pelirrojos, diversos colores de piel. ¿Dónde reside esa diversidad?, ¿cuál es su origen? En una nueva entrega de Madrid Actualidad se explica el origen evolutivo del llamado “hombre blanco”.
¿Sigue el ser humano sujeto a la selección natural?
En una población, no todos los individuos contribuyen con el mismo número de descendientes a la siguiente generación. Cuando esa diferencia reproductiva se encuentra originada por causas intrínsecas (genéticas), se produce un curioso fenómeno: el mayor éxito reproductivo no solo hace que el organismo tenga más hijos, sino que además éstos hereden la propia ventaja. Por lo tanto, los vástagos del individuo favorecido partirán con un genotipo ventajoso en cuanto a la probabilidad de obtener mayor número de descendientes. En esto consiste básicamente el concepto frecuentemente malinterpretado de «selección natural»: la reproducción diferencial de distintos genotipos en una población dada.
Es importante tener en cuenta el factor estadístico e histórico a la hora de explicar el funcionamiento de la selección natural y, por lo tanto, del proceso evolutivo; un individuo bien dotado no necesariamente tendrá mayor número de descendencia que otro peor dotado. Existen factores no genéticos que pueden influir de forma radical, como por ejemplo, una muerte prematura accidental o una infección que afecte a la eficacia reproductora. Por ello, todo el proceso selectivo debe entenderse como un fenómeno probabilístico a lo largo de extensos períodos de tiempo: a la larga, cabe esperar que los genotipos que otorgan una ventaja reproductiva intrínseca aumenten en la población por una reproducción diferencial favorable a sus portadores.
Nuevos fósiles procedentes de China confirman la complejidad de la evolución humana en el continente asiático

Mandíbulas de la Cueva de Maludong. MLDG 1679 (izda) y MLDG 1706 (dcha) (cada barra = 1cm). Imagen: Plos ONE
La colonización humana del continente asiático a partir de las poblaciones ancestrales africanas representa todavía un rompecabezas importante para la paleontología actual. El motivo principal es el bajo número de fósiles existentes y la deficiente datación de muchos de ellos. No obstante, en los últimos años, varios descubrimientos muy representativos, como el Homo floresiensis de la Isla de Flores (Indonesia) o los hombres de Denisova en Siberia, apuntan hacia un escenario donde la evolución de los humanos en Asia habría venido marcada por una serie de oleadas migratorias sucesivas que pudieron presentar intercambios genéticos muy variados.
Esta semana, un nuevo descubrimiento viene a reforzar esta hipótesis de la compleja colonización del continente asiático: un equipo de investigadores australianos y chinos acaban de describir una nueva población de hace 14.000-11.000 años, en el tránsito Pleistoceno-Holoceno, procedente de la cueva de Maludong, en la provincia China de Yunnan. Esta población, conocida por los restos fósiles de al menos cuatro individuos descubiertos en 1989 y no estudiados hasta ahora, se caracteriza por presentar un conjunto de rasgos arcaicos y modernos desconocido en otras poblaciones humanas. Estos nuevos asiáticos han sido bautizados como «Hombres del Ciervo Rojo», debido al nombre de la cueva en la que han sido encontrados los restos.
Nuestros ancestros denisovanos
Un análisis genético comparativo muestra que un alelo de un componente vital en el sistema inmunológico del hombre moderno parece haber sido adquirido por hibridación con una especie hermana de los neandhertales.
Si bien hace tiempo se pensaba que los humanos modernos no habían hibridado con los neanderthales, numerosos estudios realizados durante los últimos años han venido demostrando todo lo contrario. Uno de los últimos y más significativos estudios sobre el tema fue publicado el pasado año en la revista Science (Green et al. 2010), donde a través del análisis comparativo de cuatro mil millones de nucleótidos procedentes de tres individuos neanderthal con los genomas de cinco humanos actuales, los investigadores encontraron abundantes coincidencias con los humanos no subsaharianos, lo que indica que existió un importante flujo génico a partir de los neanderthales con aquellas poblaciones de humanos modernos fuera de África.
Homínidos diestros
Tradicionalmente se pensaba que el predominio de la mano derecha es un rasgo relativamente reciente en la historia del Homo sapiens, constituyendo una característica distintiva de nuestra especie. Si bien es cierto que existen diferenciaciones hemisféricas en el cerebro que se traducen en el predominio de una u otra extremidad, una persona puede educarse desde la temprana infancia para utilizar indistintamente ambas manos. De esta forma, no sabemos ciertamente que porcentaje de este predominio debe achacarse a la estructura cerebral innata y que parte es cultural. Es posible que la lateralización en el uso de las manos esté relacionada con el asentamiento en uno de los hemisferios cerebrales de otras cualidades como el lenguaje, algo muy difícil de rastrear paleontológicamente, dado que el único hueso directamente relacionado (el hioides laríngeo) no está articulado con ningún otro y aparece totalmente descolocado en los fósiles.
El diseñador poco inteligente: VII. Parirás con el sudor de tu frente (o algo así…)
El dolor que produce el parto en las hembras humanas se encuentra muy cerca del máximo soportable. Por si fuera poco, se trata de un proceso poco eficiente; las tasas de mortalidad tanto de la madre como del neonato son extremadamente elevadas si la comparamos con otras especies de mamíferos. Cabría pensar que todo esto estuviera motivado por el hecho de parir crías muy formadas, muy grandes y con mayores probabilidades de supervivencia. Sin embargo, ocurre todo lo contrario: los humanos parimos poco más que fetos sin acabar de formar, incapaces de andar ni de alimentarse por sí mismos. Las crías humanas precisan varios años de estrecha dependencia antes de poder valerse, y no digamos procurarse sus propios alimentos.
Son varios los motivos por los que el parto humano entraña tanta dificultad y sufrimiento: la estrechez de la pelvis materna y su inadecuada orientación hacen que el camino que el neonato debe atravesar sea muy estrecho y retorcido; la peligrosa posición del feto y los cambios de postura que debe realizar de salir al exterior contribuyen a dificultar aún más el nacimiento y el desproporcionado tamaño de la cabeza convierten el proceso de alumbramiento en una verdadera y peligrosa tortura. Otros factores, como el molesto cordón umbilical tan propenso a liarse y asfixiar al bebé o la tendencia gravitacional de la cabeza cuando por un descuido el neonato cae al suelo, completan el esperpéntico modelo de nacimiento humano.
De cómo el pene perdió sus pinchos…
Las relaciones sexuales serían muy diferentes para los humanos si el pene del Homo sapiens estuviera cubierto de pequeñas y duras espinas, como ocurre en algunos animales, incluyendo a los chimpancés, macacos y ratones. Ahora, un equipo investigador de la Universidad de Stanford en California han encontrado un mecanismo molecular por el cual el pene humano podría haber evolucionado hacia la «suavidad». El estudio apunta hacia la pérdida de una determinda porción de ADN no codificante que influye en la expresión de un gen para un receptor de andrógenos implicado en la señalización hormonal.
Según Gill Bejerano, biólogo del desarrollo en Stanford y director del trabajo, se trata de una pequeña pero fascinante visión de un panorama mucho mayor sobre la evolución de los rasgos específicamente humanos.
Publicado ayer en la revista Nature, la investigación también sugiere un mecanismo molecular de cómo evolucionó el cerebro hacia un mayor tamaño y desaparecieron los pequeños bigotes sensoriales que presentan otros primates.
Fuente: Nature News
Referencias:
¿Humanos en Asia hace 400.000 años?
Un equipo científico entre los que se encuentran los españoles Laura Rodríguez, Rebeca García y Juan Luis Arsuaga han descubierto restos de homínidos datados en 400.000 años de antigüedad en una cueva de Qesem, cerca de Rosh Ha’ayin, a las afueras de Tel Aviv (Israel). La edad de los fósiles, unida a su ubicación fuera de la «cuna africana» suponen un importante interés para el descubrimiento, aunque aún sea pronto para asegurar que se trate de Homo sapiens arcaicos, como han insinuado algunos de los descubridores.
El estudio analiza comparativamente dientes encontrados en la cueva de Qesem, datados del Pleistoceno Medio, anteriores a todos los especímenes fósiles de humanos modernos anteriormente conocidos del suroeste de Asia. El equipo investigador afirma que a pesar de que algunos rasgos pueden sugerir afinidades con el linaje evolutivo de los Neanderthales, el conjunto de caracteres sugiere una semejanza más estrecha con los cráneos de Skhul/Qafzeh, fósiles datados entre 80.000 y 120.000 años encontrados en las cuevas del mismo nombre en Israel.
Algunos medios sensacionalistas han llegado a afirmar que este descubrimiento podría demostrar que nuestra especie apareció en Asia, y no en Áfrca como se pensaba hasta ahora. Sin duda, estas son elucubraciones demasiado prematuras que no tienen el apoyo necesario con las pruebas encontradas. No obstante, lo que resulta indudable es que la presencia de homínidos relativamente modernos fuera de África en esta época servirá para arrojar más luz sobre la intrincada evolución humana y sus migraciones.
El descubrimiento ha sido publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology
En Busca del Primer Europeo
Luis Quevedo es el productor, director y guionista de una iniciativa llamada “En Busca del Primer Europeo”. Este documental va a recorrer tres continentes entrevistando a diferentes expertos en evolución humana y mostrará algunos de los principales yacimientos del planeta relacionados con nuestra especie, el Homo sapiens. Entre los componentes del equipo se encuentra el famoso paleontólogo Eudald Carbonell, al cual tuvimos el honor y el placer de entrevistar en este blog hace unos meses.
Luis comenzó estudiando filosofía, pero terminó licenciándose en Biotecnología, realizando a continuación un Máster en Comunicación Científica, Médica y Medioambiental. Ha participado como guionista y presentador en diversos programas de TV como “Tres14” o “REDES”, y ahora se ha embarcado en esta apasionante aventura, sobre la cual vamos a “interrogarle” con sumo placer.
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