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Bancos de inversión y brokers: solo una elaborada ruleta de casino controlada por la testoterona
En el mundo miles de brokers que trabajan para sociedades de bolsa o grandes bancos multinacionales invierten los ahorros de cientos de millones de personas de manera supuestamente profesional. Sin embargo, la realidad es que cobran sus millonarios sueldos y pluses varios por hacer un trabajo que muy probablemente hasta un chimpancé con unos dados podría realizar a la perfección por el módico estipendio de un poco de fruta fresca.
Leer más…Hongos que controlan la mente
Dentro de nuestro subjetivismo, los humanos tendemos a establecer jerarquías entre los seres vivos, de tal manera que por ejemplo los animales nos parecen «superiores» a las plantas por eso de que tienen movilidad y un cerebro más o menos desarrollado. Pero en la Naturaleza no existen estas categorías, solo adaptación y selección natural en donde ningún ser vivo puede ser considerado ni superior ni inferior a otros.
¿Comportamientos exclusivamente humanos? pues parece que no
Uno de los grandes retos de la biología evolutiva es identificar cuándo y cómo fueron apareciendo esos comportamientos que llamamos «humanos». Y lo que están descubriendo los científicos de manera cada vez más sólida es que quizás no haya ningún comportamiento exclusivamente humano, sino que todos ellos se encuentran ya presentes entre nuestros más cercanos primos en mayor (como es el caso de chimpancés, bonobos y gorilas) o en menor medida si vamos incorporando al estudio otras especies de monos menos relacionados con nosotros.
¿Te gusta lo que ves?
Este relato del escritor estadounidense Ted Chiang muestra la cada vez más cierta realidad de que los humanos nos enfrentamos a los desafíos de vivir en una sociedad hipertecnológica con los mismos mecanismos mentales que fueron evolutivamente seleccionados para un tiempo y un lugar que hace ya mucho dejamos atrás.
Menos cárceles y más neuropsiquiatría, ¡que estamos en el siglo XXI!
La neuropsiquiatría lleva décadas demoliendo el erróneo concepto del libre albedrío, una entelequia sin base racional alguna derivada de la Filosofía y la Teología de nuestro más remoto y supersticioso pasado, que en aras de una supuesta exclusividad humana supone (en contra de todo el conocimiento científico actual por cierto) que esos monos con poco pelo y mucha cabeza que somos los (mal llamados en muchas ocasiones) sapiens tomamos nuestras decisiones libres de ningún condicionante, sea este interno o externo. Y esta creencia, más que irracional, termina derivando en muchas ocasiones en un inútil y más que prescindible sufrimiento para muchas personas y en un importante costo económico que bien pudiera ahorrarse la sociedad en su conjunto.
Cómo el cerebro humano toma decisiones o cómo la ciencia enseña a ligar
La Filosofía y la Teología llevan milenios debatiendo sobre la esencia del ser humano. Y toda la escolástica religiosa y gran parte de la Filosofía llegaron hace mucho a la conclusión de que los sapiens tenemos la capacidad de elegir y de tomar nuestras propias decisiones, generalmente de manera externa al entorno que nos rodea, una habilidad que se ha denominado libre albedrío. Sin embargo, la biología evolucionista en sus múltiples variantes ha demostrado que el cerebro humano es simplemente un conjunto de algoritmos (eso sí, más que complejos) cuya finalidad es la toma de decisiones casi inmediatas, por eso de la supervivencia ya que aquellos que cerebros que no tomaron las decisiones «correctas», evolutivamente hablando, no dejaron ninguna descendencia. Por lo que en resumen, que de libre albedrio, queda científicamente hablando poco y menos.
Capitalismo hormonal: ¿análisis de testosterona antes de invertir en bolsa?
Históricamente se ha considerado que el ser humano es un ente racional que dispone de, lo que los filósofos y los teólogos han llamado, conciencia moral o libre albedrío, etérea cualidad que nos permitiría tomar decisiones y que guiaría todo nuestro comportamiento. Sin embargo, desde hace varias décadas, multitud de estudios en el emergente campo de la neurociencia están desvelando que nuestra conciencia (lejos de ser un homúnculo moral) no es más que el resultado de complejísimas interacciones a nivel génico, bioquímico y epigenético, dentro de la extraordinaria maquinaria de nuestros cerebros, sobre los que también influyen otros múltiples factores entre los que cabe destacar los ambientales: microorganismos simbiontes o patogénicos, uso o abuso de sustancias tóxicas o incluso elementos culturales. De tal manera que, conocidas las variables o manipulando de manera artificial alguna de ellas, se puede llegar a inferir casi con certeza el comportamiento de los humanos en una determinada situación.
Pequeños (todavía) guerreros manejados por control remoto
Aunque el cerebro de los mamíferos en general y de los humanos en particular es altamente complejo, multitud de científicos están desvelando su funcionamiento, de tal manera que los avances en neurociencia se suceden cada vez de manera más vertiginosa abriendo a la vez grandes esperanzas para la biomedicina, pero también para otros usos menos altruistas y pacíficos.
Esos minúsculos, pero sin embargo tan poderosos magos del control mental
Es habitual pensar que en la Naturaleza las especies más grandes o más agresivas se imponen a las más pequeñas. Sin embargo las relaciones evolutivas entre especies pueden ser de lo más sorprendentes y complejas, y las estrategias que han desarrollado algunas especies que pasan desapercibidas pueden ser mucho más poderosas y sofisticadas que esas garras, dientes o picos que tan llamativamente poseen los grandes depredadores.
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