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A nuestro cerebro no le gustan las matemáticas, aunque ello nos cueste el matrimonio y hasta la vida
Multitud de estudios en el campo de la psicología han demostrado que nuestro cerebro no procesa la información de forma neutral (ni mucho menos racionalmente) sino que, por los siempre inflexibles designios de la selección natural, estamos condicionados a dar siempre mucha más importancia a una señal de peligro frente a lo positivo, lo que conlleva importantes implicaciones tanto en las relaciones personales como incluso en nuestra salud y esperanza de vida.
Leer más…El exceso de confianza de los más ignorantes en Ciencia refuerza sus opiniones anticientíficas
Millones de personas se oponen (muchas veces de manera visceral) a los descubrimientos y avances científicos porque como acaba de confirmar un reciente estudio, aunque no saben nada del tema tienen tanta confianza en su propia superioridad intelectual que son incapaces de atenerse a las pruebas.
Leer más…Los mayores oponentes a los OMGs son los que menos saben, aunque sin embargo creen que son los más expertos
Millones de personas en el mundo occidental están totalmente en contra de la creación y uso de los alimentos modificados genéticamente (OMGs), aun cuando existe un consenso más que generalizado entre los científicos de los campos afines de que estos alimentos son totalmente seguros para el consumo tanto animal como humano, y que además estos OMGs tienen el potencial de proporcionar importantes beneficios a una Humanidad cada vez más necesitada de vegetales de alto rendimiento que permitan alimentar a la creciente población mundial sin necesidad de convertir los cada vez más escasos ecosistemas naturales en nuevo terreno agrícola. Y lo más llamativo de este asunto es que, como acaba de demostrar un reciente estudio, son aquellos ciudadanos que tienen un menor conocimiento objetivo sobre ciencia en general y sobre genética en particular los que se oponen con más obstinación a los mencionados OMGs. Y más llamativamente, estos individuos además piensan que son ellos los que mejor conocen el complejo mundo de la biotecnología alimentaria.
Las elecciones presidenciales estadounidenses del 2020 las ganará Facebook (si no lo ha hecho ya en 2016)
Las grandes compañías de internet llevan años recopilando datos y más datos cada vez más precisos de todo ser humano que navega por la red o visita las redes sociales. Y la información que los usuarios del ciberespacio vamos dejando es cada día más completa: nuestros gustos, aficiones, pensamientos, opiniones (religiosas, políticas o sobre cualquier otro aspecto social) y todo a tiempo real, información que no sólo vale su peso en oro para cualquier compañía de marketing, sino que puede llevarnos a ceder nuestros derechos políticos a algoritmos que después pueden ser subastados al mejor postor y con ello conducir o alterar el resultado de las elecciones mismas, base del actual sistema democrático occidental.
Si quiere ser más justo aprenda un nuevo idioma
Una de las principales características del ser humano es su condición moral, cada individuo posee un conjunto de creencias, costumbres, normas y valores que guían su conducta y determinan sus decisiones. Y aunque las personas tienden a creer que este sentido de lo que está bien y lo que está mal es una de las particularidades más sólidas de su personalidad (de tal manera que casi todo el mundo piensa que ellos juzgarían siempre de manera similar problemas morales idénticos) algunos estudios de psicología han demostrado que nuestra moral sorprendentemente puede verse influenciada por algo en principio tan banal como es el idioma en el que nos comunicamos en cada momento.
El caso Volvo: experiencias frente a estadística
Aunque vivimos en un mundo tecnológico cimentado por el increíble desarrollo científico de los últimos siglos, nuestros cerebros de primate siguen tomando decisiones en base a los mismos procesos lógicos que tan bien les funcionaron a nuestros antepasados en esa sabana ancestral, de la que desgraciadamente ya solamente queda un cada vez más borroso recuerdo. Y es por ello que en demasiadas ocasiones nuestras ataduras evolutivas nos hacen despreciar las herramientas científicas, de tal manera que la mayoría de los humanos siguen (o seguimos) tomando las importantes decisiones que nos impone el siglo XXI como si de un aislado grupo de cazadores-recolectores se tratara.
La peligrosa pseudociencia de la memoria
Los espectaculares avances adquiridos en las últimas décadas acerca de cómo funciona el complejo proceso de la memoria humana no sólo no han calado en las ideas que la población en general tiene acerca de sus propios recuerdos, sino que lo que es infinitamente mucho peor, tampoco en muchos profesionales de la salud mental: psicólogos, psiquiatras, clínicos, etc., de tal manera que a día de hoy en muchos países se siguen dando por válidos un conjunto de conceptos pseudocientíficos que, no sólo son erróneos, sino además potencialmente peligrosos para los pacientes. Ello además trasciende el propio ámbito clínico y penetra en áreas de la sociedad tan sensibles como la justicia, en donde la correcta aplicación de la ley por parte de jurados y jueces puede en muchos casos estar viciada por esta pseudociencia del recuerdo.
¿Por qué no me acuerdo de mi chupete?
Un equipo investigador canadiense ofrece una explicación de la causa por la que somos incapaces de recordar casi nada de nuestros primeros años de vida.
La memoria es uno de los aspectos de la neurobiología que más ha intrigado a los investigadores a lo largo de la Historia. Hasta hace relativamamente poco, no sabíamos absolutamente nada de cómo se generaban, almacenaban y recuperaban los recuerdos. En las últimas décadas el avance en este campo ha sido espectacular, aunque hoy en dia aún siguen siendo muchos más los interrogantes que las respuestas conocidas.
Desde los tiempos en los que Aristóteles pensaba que los recuerdos eran como espíritus que viajaban por la sangre hasta el corazón, el desconocimiento ha alimentado, y sigue alimentando, multitud de mitos que no tienen ninguna base real, como la tan famosa afirmación de que solo utilizamos el 10% de nuestra capacidad mental, que el envejecimiento está inevitablemente ligado a la pérdida de memoria, que guardar muchos datos satura nuestra memoria o, incluso, que exista realmente una «memoria fotográfica».
Es fácil imaginar que, como en cualquier otro campo sobre el que sabemos poco, multitud de corrientes pseudocientíficas aprovechen estas brechas en el conocimiento para entrar con sus mejores armas: hipnosis para recuperar la memoria de vidas pasadas, potenciadores de memoria, terapias regresivas, y un largo etcétera.
¿Puede residir la conciencia fuera del cerebro?
Las historias de experiencias cercanas a la muerte (NDE; “near death experience”) son conocidas por la clase médica desde el siglo XIX, aunque han cobrado una reciente actualidad debido al desarrollo de tecnologías que permiten analizar éstas de forma científica. Una publicación en la prestigiosa revista “The Lancet” firmada por Pilm van Lommel y colaboradores devolvió la actualidad a ese tema, a la vez que desde sus páginas se barajaban hipótesis más cercanas al terreno de la pseudociencia, como por ejemplo: ¿reside la consciencia en el cerebro o quizás en un alma incorpórea conectada al cuerpo de alguna manera aún no descrita? Ni que decir tiene que este artículo de “The Lancet” fue duramente criticado por especialistas en neurofisiología, tanto por la forma de obtener algunos de sus resultados, como por las precipitadas y tendenciosas conclusiones alcanzadas.
Las experiencias vividas por supervivientes de ataques cardíacos en Holanda
El estudio publicado en “The Lancet” se incluyeron experiencias cercanas a la muerte recogidas en varios hospitales en períodos que oscilan entre 4 meses y 4 años (1988-1992), dependiendo del hospital en cuestión. Todos los enfermos fueron declarados clínicamente muertos, fundamentalmente por registro de electrocardiograma plano. Los autores del trabajo definen NDE como aquellos recuerdos que proceden del período de inconsciencia en el que aparecieron sensaciones de estar fuera del cuerpo, de bienestar, observar un túnel de luz, encontrarse con familiares ya fallecidos o ver pasar toda la vida en breves instantes. La definición de muerte clínica se estima en este trabajo por déficit de riego sanguíneo en el cerebro como consecuencia de problemas circulatorios, respiratorios, o ambos. Normalmente si la parada cardiorrespiratoria se prolonga durante más de 5-10 minutos se producen daños cerebrales irreversibles que provocan la muerte.
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FlashBacter: construcción de memorias artificiales en sistemas biológicos
Un equipo de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) de Sevilla va a presentar un proyecto de desarrollo de minimemorias biológicas (llamadas FlashBacter) en el marco del concurso iGEM de Biología sintética que tendrá lugar este verano en el MIT.
Desde el año 2004, el MIT (Instituto de Tecnología de Massachussets) organiza el concurso internacional iGEM (“International Genetically Engineered Machine”) con el objetivo de dar a conocer la Biología sintética. Esta competición está orientada a estudiantes universitarios, que han de trabajar durante todo el verano para desarrollar un proyecto en el que se utilicen técnicas de Biología sintética.
En el año 2010, el equipo UPO-Sevilla se convirtió en el primer equipo andaluz en formar parte de este concurso con su proyecto “Bacterial Crodwing”. El objetivo de ese proyecto fue explorar la posibilidad de dirigir una pequeña población de bacterias hacia una diana no difusible expuesta en una superficie biológica o abiótica para conseguir una interacción eficaz. El modelo experimental empleado fue Escherichia coli, la bacteria modelo por excelencia en Biología Molecular, como organismo transportador, y paredes celulares vegetales como diana. En un futuro se podría modificar el sistema para el reconocimiento de otro tipo de dianas (sustancias contaminantes, superficies de células cancerígenas, etc.). En esa primera toma de contacto se alcanzaron objetivos parciales, siendo éstos suficientes para llegar a ser presentados en el MIT. El equipo amplió el número de “biobricks” disponibles en el catálogo de partes biológicas y llegó a realizar construcciones genéticas con ellas, analizando el comportamiento quimiotáctico de las bacterias en estudio. Por otro lado, se implementó una simulación por ordenador de la evolución del sistema cuyos parámetros podían ser modificados por los usuarios para así acercarse más a las condiciones experimentales. Los modelos matemáticos que describían el proyecto fueron planteados y la mejor conclusión que se pudo sacar de ellos fue la robustez del sistema. El ocho de noviembre de 2010 en Boston, el equipo iGEM UPO-Sevilla recibió una medalla de bronce honorífica por este proyecto.
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