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Ciencia cristiana: desastre intelectual seguro
Ahora que por fin hemos dejado (desgraciadamente solo hasta el año que viene) ese hartazgo anual de superstición cristiana, basada únicamente en los delirios de evidentes enfermos mentales del pasado más remoto, quisiera traer a colación los peligros de la ignorancia religiosa cuando se traslada a la esfera de la Ciencia.
Evidencia o creencia: cómo funciona el método científico (I)
Este tema quizá resulte cansino para la mayor parte de nuestros lectores, pero es algo que recurrentemente parece ser necesario escribir. Bastan unas cuantas conversaciones, sean en persona o virtuales, para sorprenderte una vez más (y van…) con la incomprensión generalizada que gran parte de la población muestra sobre cómo trabaja la ciencia.
Es común leer aseveraciones tales como «la ciencia es la nueva religión«, «los dogmas de la ciencia» o la «incapacidad de la ciencia oficial para aceptar nuevas ideas«. Obviamente, estas críticas pueden ser aplicables a muchos científicos que, como personas que son, pueden adolecer de defectos y prejuicios como cualquier otra. Sin embargo, cuando se refieren a «la ciencia» en general, solo denota la enorme ignorancia que el crítico posee sobre la forma de trabajar en el mundo científico.
Decía Arthur C. Clarke que «toda tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia» y, lamentablemente, esto es lo que ocurre en muchas ocasiones. Para un buen número de personas, la ciencia consiste en una especie de ministerio donde unos doctores con batas blancas opinan magistralmente sobre un tema y, dado su prestigio y posición, sientan cátedra sin mayor argumentación que su valía. El resto, se limita a creer ciegamente sus aseveraciones.
Buscando al Mokéle-Mbémbé, el primo africano de Nessi
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La mitología mundial no sólo está llena de divinidades humanizadas que poseen el poder de hacer todo aquello que se le escapa a cualquier mortal como crear cosas a partir de la nada, ser eterno, dominar a todos los seres vivos, poder controlar todos los eventos del universo… Cada cultura tiene su divinidad, y cada vez para más claro que la evolución humana ha estado ligada a este tipo de pensamientos míticos. Pero la imaginación humana, en un rasgo característico de nuestra inteligencia, también ha creado lugares míticos por todo el planeta y animales mitológicos que adornaban tales lugares. Desde las serpientes de mar que atacaban los barcos de los primeros navíos construidos por humanos, los dragones medievales, el moderno monstruo del lago Ness o el peludo Yeti. Seres borrosos, de lugares poco explorados o semidesérticos, pantanosos, llenos de niebla, de maleza infranqueable. Vamos, sitios donde cabe cualquier cosa porque demostrar su inexistencia es harto difícil. Lugares perfectos para colocar la tetera de Russell
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