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Emociones paleolíticas, instituciones medievales y tecnología casi divina
El recientemente fallecido Edward. O. Wilson, “padre” de la biodiversidad y de la “sociobiología”, fue capaz de condensar en unos breves segundos la esencia del H. sapiens.
Leer más…Los sapiens somos el resultado de lo que bien pudiera definirse como una orgía entre primates
Poco a poco la antropología está derruyendo hasta los cimientos ese viejo paradigma filosófico-teológico de que los sapiens somos una especie privilegiada, siempre por encima del resto de los millones de otras que pueblan este abigarrado planeta. Y quizás no haya mejor forma de expresarlo que con un simple, pero esclarecedor, diagrama.
Leer más…Vacunas de ARN, desgraciadamente solo para países ricos y con mucho esfuerzo
Después de algo más de dos siglos de desarrollo de vacunas, primero de manera empírica y después científica, investigadores, expertos en salud pública y organismos internacionales habían llegado a un consenso sobre las características que deberían tener las futuras vacunas para que pudieran ser útiles para la totalidad de la población mundial. Y desgraciadamente las nuevas vacunas de ARN no cumplen con estos criterios, porque en la práctica sólo van a poder ser administradas en países desarrollados, aquellos con infraestructuras sanitarias muy sólidas y por ello dejando de lado a la inmensa mayoría de la población mundial, por lo que se creará una segregación de facto en quizás uno de los pocos ejemplos de tratamientos médicos universales.
Leer más…La larga marcha de los homínidos
Lejos de las simplistas cosmovisiones religiosas que definen a los humanos como los elegidos de los diferentes dioses inventados por la más que delirante imaginación humana, la Ciencia está desvelando que el Homo sapiens es solo la última de las decenas de especies de homínidos que llevan evolucionando parsimoniosamente la casi inimaginable cifra de más de 7 millones de años.
Algunos increíbles ejemplos sobre evolución en el cuerpo humano
Levaduras y hombres: tan distintos en apariencia pero tan iguales en el fondo
Quizás una de las más sorprendentes pruebas de la relación evolutiva entre las diferentes especies proviene de esos ya clásicos experimentos de intercambio de genes equivalentes entre especies que llevan decenas o cientos de millones de años evolucionado de manera independiente, pero aun así un reciente estudio publicado por la revista “Science” muestra que esta tan increíble relación puede permanecer básicamente casi inalterada tras más de mil millones de años de distancia evolutiva.
Una mutación ¿una nueva especie?
Tradicionalmente desde la época de Darwin, la evolución ha sido considerada un proceso gradual, lento y continuo, en donde las especies se van sucediendo parsimoniosamente, sin saltos discontinuos o cambios súbitos a lo largo de los eones. Pero ¿puede existir una evolución abrupta y seguir siendo considerada darwiniana?
¿Para qué estudiar la evolución? Utilidades y aplicaciones prácticas
In Science we trust
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Nada en biología tiene sentido excepto a luz de la evolución
Theodosius Dobzhansky (1900-1975), genético ruso.
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Desde mi punto de vista, la pregunta que encabeza esta entrada no tiene sentido. Me explico, personalmente considero que la actividad científica no debe regirse por la aplicación práctica o potencial utilidad que puedan tener sus hallazgos. Para mí, el propio conocimiento es un fin en sí mismo, tiene valor propio, aprender es algo tan bueno y saludable como el deporte, una tarde de charla con los amigos o una buena lectura. Porque para mí el conocimiento es al mismo tiempo una fuente para el crecimiento personal, una cinta para ejercitar la actividad mental y algo divertido y entretenido.
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Es el placer de descubrir lo que convierte a la ciencia en algo que merece la pena. Sin embargo, hay mucha gente que no piensa así y que considera que algo solo vale la pena si otorga beneficios tangibles (capital, nuevas tecnologías, mejora de la salud humana, etc.). Otros van un poco más lejos, piensan que la ciencia en general es un gasto prescindible, al tiempo que consideran a los científicos como gente únicamente interesada en vaguear sobre sus poltronas (olvidando que a los equipos de investigación se les exigen requisitos marcados por la excelencia para obtener financiación). Y en el lugar más extremo tenemos a los movimientos marcadamente anticientíficos, que ven en los científicos a enviados del mal y en la evolución una herejía que solo ha aportado dolor y sufrimiento a la humanidad.
Bueno, pues esta entrada solo pretende adentrarse en algo que va más allá del obvio placer que procura el descubrimiento, intentaré mostrar que incluso un tema que parece tan poco práctico como lo es el estudio de la evolución biológica, cuyas apariencias no parecen ir mucho más allá de contarnos como era el pasado y como este ha forjado lo que vemos hoy, tiene importantes implicaciones para el hiper-tecnológico humano moderno.
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Medallón del mosaico del suelo del Jordan Hall of Science de la Universidad de Notre Dame. Se cita la famosa frase de Theodosius Dobzhansky (1900-1975) «Nada en biología tiene sentido excepto a la luz de la evolución«. Crédito: wikipedia
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Desde la Mutación hasta la terapia génica
En Marzo de 2013 se publicó un artículo en la Revista “Human Gene Therapy” que es una historia que relatan los autores desde que se descubrió la mutación de un gen y sus consecuencias en los pacientes hasta que se desarrolló y aprobó la terapia génica para esa enfermedad. Como me pareció muy interesante les cuento las partes que mas me llamaron la atención de esta historia
En Noviembre de 2012 se aprobó el primer fármaco basado en terapia génica para el tratamiento de la deficiencia de lipoproteín lipasa (LPL) una enfermedad producida por tanto deleciones como inserciones en el gen que codifica dicha enzima (Langlois et al., 1989)
El fármaco se llama “alipogene tiparvovec” y está recientemente aprobado para el mundo occidental.
La historia comenzó hace 26 años atrás, cuando en el laboratorio del Dr. M Hayden de la Universidad de Columbia en Vancouver, Canadá. El Dr. Kastelein, un médico Holandés que se dedicaba al estudio de enfermedades lipídicas y fué a aprender algunas de las por entonces “nuevas técnicas de biología molecular” como el Southern blot, extracción de ADN y demás.
Uno de los primeros pacientes Canadienses presentaba síntomas como xantomas cutáneos, hipertriglicerolemia (alto valor de trigicéridos en sangre), dolor abdominal crónico, pancreatitis recurrente, etc, que eran clásicos de la LPL.
Comparando la secuencia de ADN del paciente con la del gen normal, recientemente publicado (Wion et al., 1987), fué posible identificar la primera mutación en el gen LPL que causa esta deficiencia. (Langlois et al., 1989)
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Joe Thornton: el hombre que refutó el Diseño Inteligente
Joe Thornton es una de esas mentes lúcidas capaces de revolucionar el campo científico que toca. Antes de dedicarse a la academia combatió desde Greenpeace el uso de contaminantes, escribiendo uno de los libros que ha marcado época. Más adelante, como profesor en la universidad de Oregón, ha conseguido demostrar que se puede alcanzar complejidad sin necesidad de un diseñador, refutando de esta forma el Diseño Inteligente (DI).
Joe Thornton es el autor del libro “Pandora’s Poison”, una obra que Thornton escribió mientras realizaba su tesis doctoral en la universidad de Columbia. En “Pandora’s Poison” vuelve a su etapa pre-doctoral en la que, trabajando para Greenpeace, desarrolló una intensa actividad de crítica al uso de compuestos organoclorados por tener éstos consecuencias negativas sobre la salud humana. Su trabajo no cayó en saco roto, la Agencia del Medio Ambiente de EEUU tuvo en cuenta esas críticas y limitó el uso de los organoclorados a nivel industrial.
Tras dicha etapa de científico-activista inició una meteórica carrera en la biología molecular. Empieza a estudiar esta disciplina con 30 años, se doctora y consigue publicar su primer Science, al describir la presencia de receptores de hormonas esteroideas en una babosa, cuando hasta entonces se pensaba que ese tipo de receptores solo se encontraba en vertebrados. Realizando una búsqueda en los genomas secuenciados de todos los genes que podían codificar receptores de esteroides, llegó a la conclusión de que tuvo que existir un ancestro común para todos ellos hace unos 600-800 millones de años. Pero en vez de parar ahí, como muchos biólogos evolutivos hacen, él reconstruyó el gen y lo introdujo en células para probar la funcionalidad de esas proteínas ancestrales, abriendo así su exitosa línea de investigación: la “resucitación” de proteínas. De esta forma consiguió demostrar que los receptores ancestrales reconocían estrógenos, pero no a otras hormonas estructurales parecidas, lo que apoya la idea de que las familias de receptores evolucionan a partir de duplicación génica, y que cada uno de las copias se especializa hacia el reconocimiento de diferentes ligandos.
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