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Parásitos (3). ¿Neo? Pse… no es el único que esquiva las balas.
Neo es uno de los nuevos superhéroes / Mesías / salvadores de la humanidad del siglo XXI. En su versión virtual, en el temible mundo de «Mátrix», había alcanzado tal control sobre dicha realidad que podía moldearla y alterarla a su propio antojo; lograba que el espacio-tiempo ondulara sobre sí mismo; había convertido a los Agentes en poco menos que peleles e incluso era capaz de resucitar a la versión virtual de personajes más que amigos. De todas las escenas de dicha trilogía, la más famosa es aquella en la que Neo, en extraordinario alarde de velocidad extrema, era capaz de esquivar las balas con unos reflejos de órdago. Pero… ¿y si digo que tal velocidad y reflejos no son para tanto si lo comparamos con el mundo real?
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Esta es la tercera entrega de esta serie dedicada a los parásitos. Hasta ahora hemos hablado de dos especies de avispas: Cotesia glomerata en la primera entrega; y Ampulex compressa en la segunda entrega. Esta vez volvemos a repetir la jugada para conocer a dos insectos a cada cual más sorprendente: al hospedador y a su parásito. Este parásito vuelve a ser otra especie de avispa, que como ya dije en su día, resulta que estos bichos son los reyes del parasitismo. Las avispas son miembros de un amplio grupo de insectos con más de 140.000 especies descritas, los Hymenoptera, que incluyen también a los abejorros, a las abejas solitarias, a las abejas que viven en colonias (incluyendo aquellas que fabrican rica miel), así como a las innumerables hormigas tan laboriosas. Leer más…
¡Danger: Politipufo en activo!
Su nombre era Ramón «Raimond» Pérez, modesto inventor, ya que diariamente debía ingeniárselas para sacar adelante su pequeña empresa familiar. Aquellas navidades fue al «Barrio Chino«, un Mercachina de notable éxito, regentado por un sabio abuelo y su pícaro y joven nieto. Allí «Raimond» Pérez encontró el regalo de Navidad ideal para su hijo; no estaba a la venta, pero el ingenio del muchacho del local le permitió comprarlo. Era una monísima criatura, pero que tenía tres instrucciones: 1) Nunca debe darle la luz de la honradez, la luz de la honradez lo mataría. 2) No debe tocar el dinero, si toca el dinero, se multiplicará a rabiar. 3) Y lo más importante, nunca, nunca debes votarle después de medianoche. Todo fue bien… hasta que las dos últimas reglas no fueron cumplidas.
La evolución del magufo: el POLITIPUFO!
Érase una vez un país medianamente crecidito situado en el extremo oeste de Europa. Rodeado de agua por todos lados exceptuando dos cachitos, uno pegado a un país vecino y el otro (un tanto más lleno de montañas y riscos elevados) también. Con tales vecinos solía llevarse relativamente bien unas veces, aunque otras no tanto. Ese rinconcito del mundo sobrevivió a una dictadura instaurando una democracia. Al principio fue bien, gobernaba gente con estudios e idea de lo que hacía (o eso quiero creer, ya que no lo viví), con ideales y ganas de superar tiempos grises… Pero pasados los años se jodió todo, los buenos gobernantes se extinguieron, fueron sustituidos por los POLITIPUFOS.
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