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Los humanos hemos sido genéticamente modificados hace ya mucho tiempo por los microorganismos más simples
En el mundo actual dominado cada vez más por las nuevas tecnologías genéticas, resulta muy sencillo modificar el material hereditario de las más variadas especies vegetales y animales bien para el avance del conocimiento científico, por interés sanitario o para su aprovechamiento agroalimentario o industrial. Ello por supuesto ha generado una importante polémica social con argumentos enfrentados tanto a favor como en contra de dicha manipulación génica. Pero resulta que los siempre ingeniosos y recicladores procesos evolutivos se nos ha adelantado de largo, incluso en el propio ser humano. Leer más…
Un gen, muchas proteínas (segunda parte)
Hasta hace pocos años, la idea central de la genética consistía en la equivalencia entre un gen y un único tipo de proteína para la que codificaba. Esto llevó a formular lo que fue conocido como «Dogma Central de la Biología Molecular», que describía el proceso unidireccional por el que un gen se transcribía en un ARN mensajero que era traducido en la proteína final.
Las consecuencias para la biología evolutiva son evidentes: una mutación génica produce una proteína alterada. Si la mutación es inocua, la función proteica se mantiene sin cambios apreciables; si la mutación es perjudicial significa que la alteración origina una proteína no funcional o con la funcionalidad mermada; por el contrario, una mutación beneficiosa sería aquella que otorga una mayor eficacia, o incluso una nueva función, al producto proteico.
Sin embargo, tan elegante modelo no tardó en presentar serios inconvenientes.
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