Basta ya de malgastar el dinero en vitaminas y suplementos minerales
Este es el demoledor título de un reciente editorial de la prestigiosa revista médica «Annals of Internal Medicine» que sirve de introducción a una serie de artículos científicos publicados sobre el posible papel de vitaminas y suplementos minerales en la prevención o progresión de diversas enfermedades crónicas y su efecto sobre la tasa de mortalidad.
Desde que allá por los años 60 del siglo pasado el genial, pero también muy controvertido premio Nobel Linus Pauling propusiera en su ya célebre artículo la medicina ortomolecular con las bondades de la vitamina C para curar prácticamente todas las enfermedades incluido el cáncer e incluso prevenir el envejecimiento, en el mundo desarrollado hemos sido bombardeados durante décadas por toda una bien orquestada maquinaria publicitaria a través de los medios de comunicación, algunos profesionales médicos, defensores de las medicinas alternativas, nutricionistas diversos, etc., en la que se nos ha intentado convencer (que a pesar de ser en principios individuos sanos) teníamos la necesidad de ingerir de manera regular (hasta muchas veces hacernos prácticamente adictos) altas dosis de vitaminas y de suplementos minerales para mantener o mejorar nuestra salud.
Así en farmacias, herbolarios, parafarmacias y hasta en supermercados han proliferado multitud de preparados que contienen infinidad de vitaminas y oligoelementos (hasta parece que hay una competición para saber que fabricante es capaz de incluir mayor número de estas sustancias en una pastilla) y que incluyen extracto de ginseng, con bifidobacterias para potenciar el sistema inmune, con Omega 3 o que facilitan el crecimiento tanto físico como mental de la infancia.
De tal manera que por ejemplo en EEUU se calcula que alrededor de un 40% de los ciudadanos toma regularmente suplementos multivitamínicos y que más de la mitad de la población utiliza habitualmente suplementos dietéticos. Y estas cifras no hacen más que aumentar año tras año en todo el mundo occidental, de tal manera que las ventas de este tipo de suplementos sólo en EEUU alcanzan la astronómica cifra de unos 28 mil millones de dólares anuales.
Sin embargo, a lo largo de los años diversos estudios han sido incapaces de encontrar ningún efecto beneficioso de estos suplementos de vitaminas y minerales en la prevención de la enfermedad crónica o de la salud de los ciudadanos en general [1 y 2]. Y es más, existen evidencias de ensayos clínicos que muestran que altas dosis de suplementos de vitaminas A y E aumentan la mortalidad [3 y 4]. Pues bien, en el número de diciembre de la revista «Annals of Internal Medicine» se han publicado otros tres estudios relacionados con el tema.
El primero, un metaanálisis con más de 400.000 participantes, concluye que no hay evidencia clara de un efecto beneficioso de estos compuestos tanto en forma de suplementos multivitamínicos como de vitaminas individuales o pareadas ni en mortalidad general achacable a cualquier tipo de causas, ni tampoco en mortalidad más específicamente relacionada con las enfermedades cardiovasculares o el cáncer. El segundo, realizando un seguimiento a cerca de 6.000 personas indica que la ingesta diaria de complejos multivitamínicos durante más de 12 años no previene ni impide de ningún modo el deterioro cognitivo en varones de la tercera edad. El tercer estudio tampoco mostró ningún beneficio de los suplementos multivitamínicos y multiminerales en 1.708 hombres y mujeres con infarto de miocardio previo.
Es por ello que los editores de la revista indican taxativamente que
La gran cantidad de evidencia acumulada tiene importantes las implicaciones clínicas y de salud pública. La evidencia es suficiente para desaconsejar la administración de estos suplementos de manera rutinaria y estos resultados nulos y negativos deberían llevarnos a actuar. El mensaje es simple: la mayoría de los suplementos no previenen enfermedades crónicas o la muerte, su uso no está justificado y debe ser evitado. Este mensaje es especialmente cierto para la población en general en donde no hay evidencia clara de deficiencias de micronutrientes, quienes representan a la mayoría de los usuarios de estos suplementos tanto en los Estados Unidos como en otros países.
Y la editorial termina con un categórico llamamiento
En conclusión, los suplementos de caroteno, vitamina E y posiblemente altas dosis de vitamina A son perjudiciales. Otros antioxidantes, vitaminas B y ácido fólico y suplementos multivitamínicos y minerales son ineficaces para la prevención de la morbilidad o de la mortalidad debidas a las principales enfermedades crónicas. Aunque la evidencia disponible no descarta pequeños beneficios o daños [en la población general] o grandes beneficios o grandes daños en un pequeño subgrupo de la población, pensamos que el caso está cerrado. Complementar la dieta de adultos bien alimentados con suplementos de (muchos) minerales o vitaminas no tiene ningún beneficio claro e incluso podría ser perjudicial. Estas vitaminas no deben ser utilizadas para la prevención de enfermedades crónicas. Ya es suficiente.
En resumen, que los suplementos multivitamínicos son solo una forma derrochadora de colorear la orina. Además este editorial es todo un torpedo a la línea de flotación de infinidad de empresas, ya que cuestiona severamente al menos la moralidad y quizás hasta la legalidad de seguir intentando vender este tipo de compuestos a personas por otra parte sanas. Veremos si ahora las autoridades sanitarias de los diversos países toman conciencia de estos hechos y defienden, frente a los importantes intereses comerciales creados, los derechos de los ciudadanos a recibir una información veraz y contrastada sobre el importante tema que siempre es la salud y la sanidad. Ello por supuesto, implicaría prohibir todo tipo de publicidad (que suele oscilar entre el engaño y la estafa directa) de estos inefectivos cuando no peligrosos productos pseudomédicos.
Y todo ello sin entrar en el detalle que esta filosofía curativa pseudocientífica de la medicina ortomolecular puede llevar al más terrible desastre sanitario cuando se impone a la verdadera medicina, tal y como desgraciadamente ocurrió en Sudáfrica a principios de este siglo. Allí el médico vendedor de vitaminas Matthias Rath con su Alianza por la Salud entre otros, convenció a la ministra del sanidad del momento, la doctora Manto Tshabalala-Msimang (firme defensora de la «medicina tradicional» y del nutricionismo) y al presidente Thabo Mbeki de que el VIH y el SIDA eran una invención de científicos sin escrúpulos al servicio de las multinacionales farmacéuticas. Y lo que es peor, que los síntomas de esa terrible enfermedad que asolaba África se podían curar con suplementos vitamínicos (que por supuesto vendía una empresa del propio Rath) junto con una dieta natural a base de zumos y verduras. Así que el gobierno sudafricano interrumpió la compra e incluso la donación por parte de ONGs de los medicamentos antirretrovirales, ante la perplejidad y las protestas del estamento médico y científico tanto nacional como internacional con el macabro resultado final de cientos de miles de muertes. Así, el trasladar pseudociencia engañosa desde nuestro confortable primer mundo, en donde existen fuertes controles médicos, sociales, legales y judiciales que impiden que empresarios avaros y sin escrúpulos como Rath puedan causar excesivo daño (aparte de aligerar año tras año el bolsillo de los más crédulos) a países del tercer mundo (en donde una mala decisión del gobernante de turno debida a la ignorancia científica) puede condenar a la muerte a cientos de miles de sus conciudadanos. Y ya como corolario final, el Dr Rath continúa difundiendo su «maravillosa» terapia sin obstáculo alguno en medio mundo.
P.D.
Y lo verdaderamente descorazonador de todo este asunto es que estos complejos y tediosos ensayos, que implican el seguimiento de miles de pacientes durante décadas para llegar a concluir que estos compuestos no son más que una derrochadora forma de efecto placebo no van a servir para mucho. Porque todas estas compañías tienen muy bien definida su estrategia:
¿Que unos científicos han demostrado que las multivitaminas no curan el SIDA, que lo suplementos minerales no previenen el infarto, que las dosis masivas de oligoelementos no ayudan contra el cáncer de páncreas? Estimados consumidores, nosotros como empresa (únicamente interesada en su bienestar) les aseguramos (hasta que se haga el correspondiente estudio, por supuesto) que nuestro producto es muy bueno para prevenir el cáncer de piel o de hígado, para mejorar el desarrollo intelectual de su hijo, para combatir los efectos de la menopausia o ya puestos para curar las hemorroides y hacerles rejuvenecer un par de décadas. Eso sí, no esperen ningún estudio científico serio en donde demostremos estas maravillosas propiedades saludables de nuestras pastillas, nuestra palabra debe ser suficiente ¿o no?
En resumen, que hasta que no se aplique a todos estos productos los mismos requisitos que a cualquier medicamento (es decir, que antes de su comercialización demuestren su eficacia) este campo seguirá abonado para que cualquier individuo o empresa desaprensivos, con pocos escrúpulos y mucha avaricia sigan estafando a pobres incautos con las maravillosas propiedades de esas pastillas rebosantes de oligoelementos y vitaminas varias.
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No te entendí bien si las vitaminas son malas o son inútiles, todo esto porque no son capaces de curar el sida o el cáncer. Me gustaría que aclararas si son convenientes tomarlas cuando se está en alguna rehabilitación, en caso de embarazo o alguna enfermedad producto de su deficiencia.
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Buen post ateo66666, da gusto leer este tipo de artículos que desmantelan los timos aceptados por la sociedad como si fuesen axiomas, y más cuando están documentados con estudios serios como los que aportas. Perdona mi ignorancia en estos temas médicos, pero la curiosidad me puede ¿quién paga estos metaestudios que imagino deben ser de un coste enorme?
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CSF #2
En todo trabajo de investigación publicado en una revista se indican las fuentes de financiación. Entonces si vas a cada uno de estos tres artículos encontrarás quien ha financiado el estudio. El primer estudio fue por la “Agency for Healthcare Research and Quality” que es una de las doce agencias del departamento de salud de los EEUU. El segundo por el “National Institutes of Health”, otra agencia sanitaria pública estadounidense y tres empresas: BASF, Pfizer y DSM Nutritional Products que fabrican este tipo de productos. Imagino que estas empresas buscaban encontrar algún efecto beneficioso de este tipo de productos, pero es lo que tiene la ciencia que la realidad se impone. Y el tercero otra vez por el “National Institutes of Health”.
Lo normal es que independientemente de quien financie el estudio, esas organizaciones (independientemente de si son públicas o privadas) únicamente pongan el dinero original, pero luego no tengan ninguna implicación posterior en el estudio. Ello evita presiones y manipulaciones a favor de las tesis de los patrocinadores. De tal manera que en la actualidad, al enviar un artículo para ser revisado por una revista cualquier investigador debe firmar un documento en el que indiquen este punto con un párrafo de este estilo
“Los organismos de financiación no han tenido ningún papel en el diseño del estudio, recogida y análisis de datos, decisión a publicar o en la preparación del manuscrito. Los autores no tienen conflictos de intereses financieros.”
Si por el contrario quien pone el dinero ha tenido algún papel relevante en el estudio (sea del tipo que sea) los investigadores firmantes del artículo deben indicar claramente en que ha consistido para que lo revisores evalúen la profesionalidad, independencia y rigor científico del estudio.
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Sergio #1
Como bien dicen los estudios que he comentado en la entrada, en general estos suplementos (que no las vitaminas o los oligoelementos consumidos normalmente en la dieta que son vitales) en personas sin carencias nutricionales (que es para quien se publicitan habitualmente) son inútiles y en el caso de las vitaminas A y E su consumo masivo es perjudicial.
Por supuesto que existen situaciones o enfermedades específicas en las que es necesario un aporte extra de alguno de estos compuestos, pero generalmente suelen ser carencias determinadas (así una persona puede tener déficit por ejemplo de vitamina A o B, pero al menos en el primer mundo es rarísimo que necesite un aporte extra de todas las vitaminas y minerales juntos y a la vez). Y sobre todo en esos casos, un médico es quien debe identificar la carencia y recetar en consecuencia. Pero claro esos son casos muy puntuales ya que afectan a un ínfimo porcentaje de la población, mientras que la estrategia toda la publicidad de este tipo de productos va encaminada a que muchos (o todos) los ancianos, embarazadas, niños, deportistas, etc. se automediquen con una promesa de una futura mejor salud, que este tipo de estudios comentado en la entrada ha demostrado inexacta y hasta engañosa.
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Las revisiones sitemáticas y los metaanálisis son relativamente económicos. Ambos consisten en rebuscar entre la literatura los estudios ya efectuados sobre un tema, lo que permite tener «un tamaño muestral más grande» ya que tienes un estudio con 10000 sujetos, otro con 5000 más…
Y una vez seleccionados los estudios a incluir (hay que descartar muchos porque no son sobre el tema a estudio, o tienen mala calidad…) los desmenuzas y analizas que resultados aportan (en el meetaanálisis además «rehaces» los análisis estadísticos).
Así que básicamente, como son una revisión de la literatura ya existente no son caros.
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«…hasta que no se aplique a todos estos productos los mismos requisitos que a cualquier medicamento (es decir, que antes de su comercialización demuestren su eficacia)…»
¡Pues vamos bien, desde que a la homeopatía no se le pide demostrar su eficacia, sino sólo su uso tradicional!
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Como ya te dice Ateo, las vitaminas son imprescindible para la vida, pero, como todo, en su medida.
En la población occidental es raro encontrar un déficit de vitaminas y, cuando existe, es de una vitamina en particular, no de todas. Por otro lado las cantidades necesarias para corregir un déficit que podamos encontrar no se alcanzan, ni de lejos, mediante los típicos complejos multivitamínicos que se venden libremente.
Pero de nuevo lo más importante es que los preparados de vitaminas y minerales que anuncian no sirven para nada más que para tirar el dinero si sigues una dieta normal.
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Ateo, Herbert, muchas gracias por las aclaraciones.
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Buen aporte.
Ahora, como dice el artículo falta que los organismos pertinentes tomen carta en el asunto y no se dejen «untar» por los fabricantes para hacer la vista gorda.
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Las que tú tienes 😀
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Genial articulo, sobre esto no tenia ni idea en terminos cientificos. Aunque curiosamente, escribo desde el wifi de la universidad de medicina de valencia, que tiene un master en «medicina para tontos» (para tratar con homeopatia no necesitabas perder 5 años de tu vida)
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Debemos entender que la mayoría de las empresas se manejan bajo la máxima «cada minuto nace un idiota… y hay que aprovecharlo»
Nuestro trabajo es estudiar, leer más y obtener conocimiento para no caer en estas «trampas».
Que nos atrapan es su misión, caer en ella sin investigar antes es nuestro error.
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P.D. me acordé mucho de este capítulo.
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Para dejar claro este tema de las vitaminas os digo lo siguiente:
No curan ninguna enfermedad grave como el cáncer o sida.
Sirven para que la gente que por ejemplo no come naranjas y por lo tanto no tienen esas vitaminas y pueden debilitarse, así que si tomáis fruta y verdura no hace falta vitaminas, solo hay que tomarlas cuando el médico lo recomiende, pero sobre todo comed fruta en vez de vitaminas, es más útil y barato
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Yo también he sufrido ese afán vitamínico de los médicos en alguna ocasión (por suerte no con enfermedades serias). Justo me pilló estudiando los primeros años de la carrera de Biología y directamente me he enfrentado al médico y le he puesto la cara roja, porque encima me cobraba una buena pasta para atenderme en 2 minutos y darme tonterías.
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Muy grande este post; y coincido plenamente con su idea principal; de hecho solo he echado en falta un dato, y es que muchos de los complejos vitaminados que venden; a) llevan por ejemplo un contenido en vitaminas,muy por debajo del contenido que podemos encontrar por ejemplo en frutas; es decir que un zumo de naranjas suele contener más vit c que las pastillas, si tomamos por separado cada vitamina (la cuestión es que suelen englobar muchas de ellas). Y b) hay una gran controversia en el «ambiente de la EFSA» y sus health claims, y muchos vienen a decir que el hecho de introducir una pastilla con x vitaminas,no significa que tenga esa traducción en los beneficios que en muchos casos se les achaca a estos productos (este punto sí esta reflejado en el post). Que no se deje la gente la pasta en «chorradas» y que compre buena fruta y productos de temporada…. Grande ateo!
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Quiero hacer un poco de «abogado del diablo» y sin ningún tipo de maldad;
Ateo dices; «Lo normal es que independientemente de quien financie el estudio, esas organizaciones (independientemente de si son públicas o privadas) únicamente pongan el dinero original, pero luego no tengan ninguna implicación posterior en el estudio.»
Como bien dices, es lo normal; si bien es cierto que creo que en ocasiones no se cumple en el sector alimentario, o de este tipo de productos, no porque tengan una implicación posterior, pero sí considero que en ocasiones delimitan hacia algo que les incunve y por eso te doy el dinero para financiar este estudio. El ejemplo más claro yo creo que es el de Danone, con sus «Lactobacillus Danone» (es así el nombre patentado…). Repito lo normal, es tu comentario pero quizás es acertado reconocer que en un sector algo alejado de lo puramente sanitario estas cosas pasan entre » y a mi me repatea la verdad…
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1vin
Sí que es verdad que se me ha pasado lo de verificar si las concentraciones de vitaminas que venden en esos preparados sirven para algo en el caso de que hubiera una carencia real, es que no se puede estar en todo. Si lo llego a saber lo entronco con la homeopatía, aunque entonces me hubieran acusado (como siempre) de ir contra la medicina «natural».
Respecto a tu comentario sobre Danone y empresas similares, comentarte que las empresas casi siempre que dan dinero para investigación es para comprobar los efectos «beneficiosos» de sus productos y mientras el científico sea honesto no hay ningún problema. Soy de los que piensa (y lo he defendido en multitud de ocasiones) que la ley debería obligar a (todas) las empresas a pagar estudios independientes para comprobar la veracidad de (todas y cada una de) sus afirmaciones, por supuesto siempre por adelantado a su comercialización (y en todos los campos) e independientemente del cual fueran las conclusiones finales (favorables o negativas). Ello repercutiría muy mucho en la calidad final de todos los productos y desaparecía esa publicidad engañosa que nos bombardea constantemente en los medios de comunicación. Así por ejemplo comprobaríamos si de verdad se liga con esas increíbles rubias de escándalo cuando se compra uno la moto o el deportivo último modelo, y si no que se quiten esos anuncios sexistas y mentirosos ¡Es broma! que nadie se me ofenda.
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Es realmente difícil lo que planteas, y es triste que lo parezca; porque de esa manera (sobre todo en lo que concierne a la salud) se eliminaría mucha publicidad engañosa. Coincidimos en ello sin duda.
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Será verdad lo que ustedes informan de los multivitaminicos
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