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El efecto placebo es más potente en niños que en adultos


ranitaanamUno de los principales argumentos que utilizan los defensores de las más variadas pseudomedicinas suele ser que estas tienen efecto en niños o en animales, hecho que confirmaría las supuestas bondades terapéuticas del alineamiento de los chacras, las pastillas de azúcar homeopáticas o ya puestos también la famosa curación por la fe. Pero ¿qué validez tiene este particular, y por qué no decirlo, tan pobre argumento?

Pues bien, diversos estudios no sólo han encontrado efecto placebo en niños sino que muy llamativamente esta sugestión es superior en los menores de edad respecto a los adultos. Así un metaanálisis que englobó diversos estudios con enfermos de epilepsia encontró que el 19% de los niños y tan sólo el 10% de los adultos «mejoran» con las pastillas de azúcar. Otra revisión sobre los tratamientos frente a la migraña aguda reveló que niños y adolescentes declaraban no sufrir dolores de cabeza (29%) en mayor medida que los adultos (6%) tras la ingestión previa de un placebo. Resultados similares se obtienen cuando se analizan menores (20-30%) frente a mayores de edad (10%) en el tratamiento del trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Pero no sólo en enfermedades psiquiátricas sino también en enfermedades gastrointestinales se ha encontrado mayor efecto placebo en niños que en adultos [1 y 2].

Es más, el efecto placebo es mayor cuanto menor es la edad del niño. Así otro metaanálisis sobre ensayos clínicos de depresión severa pediátrica encontró que el efecto placebo era mayor en niños menores de 12 años (54%) frente a los que superaban esa edad, que era del 45%, y en ambos casos el efecto placebo era también superior al detectado en pacientes adultos con la misma enfermedad, valor que era en este caso de un 35%.

Y aunque pueda parecer sorprendente, animales tan alejados del hombre como las ratas se pueden autoengañar también con el efecto placebo cuando esperan recibir un medicamento. Así, hace un par de años investigadores estadounidenses condicionaron a ratas bien con morfina o bien con solución salina aplicándoles inyecciones de una u otra sustancia en varias sesiones. Después en una tercera sesión, los investigadores administraron a ambos grupos de animales una inyección de solución salina. Lo llamativo del caso es que entre el 30 y el 40% de los animales que habían recibido previamente morfina actuaban como si hubieran recibido el analgésico de nuevo (aunque sin embargo habían recibido un placebo) mostrando alivio del dolor, a diferencia de las ratas que habían recibido todas las veces la inyección de solución salina.

Finalmente y dejando de lado las pruebas científicas mostradas anteriormente, parece que estos defensores de las pseudomedicinas además de tener anulado el raciocinio han perdido también toda capacidad de observación en la vida cotidiana porque ¿qué padre no ha utilizado infinidad de veces el poderosísimo efecto placebo resumido en el legendario «sana, sana, culito de rana, si no se cura hoy, se curará mañana» ante los más variados percances de sus hijos, «medicamento» mágico por excelencia y que presenta unos porcentajes de efectividad casi asombrosos cuanto más pequeño es el vástago? ¿O es que estas personas nunca han visto en el parque jugar a un niño muy pequeño que tras caerse, lo primero que hace es buscar con la mirada a su madre, esperar un par de segundos mientras la escruta y dependiendo de la cara que observa en su progenitora el perspicaz chavalín puede reírse para levantarse inmediatamente y seguir jugando (si su madre no le da importancia) o ponerse a berrear desconsoladamente (pero en diferido) como si el chiquillo hubiera sido torturado hasta la muerte en caso de que la madre muestre el más mínimo signo de miedo o preocupación? Además ¿es que estos individuos nunca han tenido mascotas, animales tan increíblemente perspicaces que son capaces de detectar el estado de ánimo de su querido dueño inmediatamente y muchas veces antes siquiera que nuestra pareja, familiar o amigo se percate de que nos encontramos tristes o preocupados? Entonces, ¿cómo estas sagaces mascotas no van interpretar correctamente la preocupación o la seguridad del veterinario y de su dueño ante una enfermedad o un tratamiento que les afecte?

En resumen, señores amantes de las más diversas supercherías médicas, quizás los niños y las mascotas no tendrán desarrolladas o carecerán de facultades intelectuales superiores, pero no son nada tontos y están más que capacitados para interpretar ese sutil pero importantísimo lenguaje gestual y corporal que los adultos, embebidos como estamos en la comunicación verbal, muchas veces olvidamos prestar atención, y es por ello que las personas afectadas por la enfermedad del Alzheimer experimentan menor grado de efecto placebo, ya que tienen muy mermada la capacidad de generar expectativas por la pérdida de sustancia gris en el córtex prefrontal del cerebro y sin esperanza ni engaño no hay efecto placebo que valga.

Es por eso que sólo los ensayos clínicos de doble ciego frente a placebo (en donde ni médico ni paciente saben qué se está administrando) permiten diferenciar entre un efecto terapeútico real de lo que sólo es (auto)sugestión o simple engaño.

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  1. congreve
    7 abril, 2015 a las 3:23

    Para no perder la sana costumbre de fastidiar a los articulistas y moderadores de este blog, haré mi paupérrimo aporte del día.

    ¡Qué gran cosa acaban de descubrir! Cualquier tercermundista americano sabe que el «sana sana COLITA (aquí no somos tan groseros como en la vieja Europa) de rana» funciona perfectamente. Lo usaron mis padres conmigo, lo usé con mis hijos y sobrinos, y lo usaré con mis nietos cuando vengan. Efectividad garantizada al 100%, y sin necesidad de perder tiempo y dinero en estudios inútiles. Científicos, bah.

    «Pero no sólo en enfermedades psiquiátricas sino también en enfermedades gastrointestinales se ha encontrado mayor efecto placebo en niños que en adultos»

    ¿Recién hoy se dan cuenta? ¿Y merced a costosos estudios? ¡Por favor! ¿Quién no pasó por eso? Estamos en la escuela, no tenemos ganas de soportar nuevamente a la maestra contándonos que San Martín cruzó los Andes para liberar a Chile (precisamente de ustedes, perversos hispanos), entonces le decimos «Señorita … ¡me duele la panza!» , con la inocente ilusión de que nos enviarán a casa, pero la esforzada docente pone una cara de compungida meritoria de premio Oscar y nos lleva a la Dirección, donde una directora, no menos histriónica, se apiada de nuestros padeceres y nos dá un vaso de agua con dos gotitas de más agua con azúcar y nos manda a sentarnos en un banco del patio de juegos «hasta que el remedio haga efecto y se nos pase el malestar» . Llega la hora del recreo, todos nuestros compañeros jugando a la pelota, y nosotros como idiotas sentados en un banquito… «¡Seño! ¡Se me pásó el dolor! ¿puedo ir a jugar?»

    ¡Genios de la ciencia europea! Andáaaaaa (con todo respeto, claro) 🙂

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  2. walkurt
    7 abril, 2015 a las 13:36

    Pido disculpas por el anterior comentario, no es representante de nada. Una pequeña muestra que la falta de educacion campa a sus anchas por el mundo.
    Buena entrada, Gracias.

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  3. 7 abril, 2015 a las 14:34

    congreve

    Sí, la verdad es que cansa un poco tener que presentar una y otra vez pruebas de que la magia no existe.

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  4. sidartavlc
    7 abril, 2015 a las 15:50

    Hola, una vez leido el artículo, parece que una cosa queda clara: El efecto placebo funciona. Según esto, » mas en niños y en animales que en adultos» pero funciona. Por lo tanto existe un mecanismo en nuestro interior que pone en marcha los mecanismos de curación o defensa que normalmente generamos con remedios quimicos.
    Mi pregunta es: Si sabemos que el placebo funciona, ¿porqué no se hacer esos metaanálisis para saber como lo hace y si podemos inducirlo, con pastillitas de azucar o con otra cosa, pero no con quimicos que tambien tienen sus efectos secundarios y ademas nos cuestan un buen dinero.
    Saludos

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  5. 7 abril, 2015 a las 17:11

    sidartavlc

    Tu confusión es muy habitual. Cuando se dice que el efecto placebo funciona no quiere significar que tenga propiedades terapéuticas per se, sino que se reportan mejorías subjetivas y estas son mayores cuando más psicosomática es la enfermedad o mayor publicidad tiene el supuesto tratamiento. Ello es debido a que bajo este epígrafe se aglutinan muy diferentes fenómenos:
    http://therapy.epnet.com/nat/GetContent.asp?siteid=EBSCO&chunkiid=126679#confounding
    Por ejemplo si se compararan grupos de pacientes con un cáncer, unos sin tratar y otros tratados con placebo, más individuos de este segundo grupo indicarían mejorías bien por ellos mismos o por subjetividad del médico, pero luego en la práctica cuando se midiera por ejemplo supervivencia no se encontrarían diferencias entre ambos grupos.
    En resumen efecto placebo es la simple apariencia de mejoría de una enfermedad.

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  6. unidad nacional de la esperanza
    7 abril, 2015 a las 19:36

    ACuerdo con el extenso comentario de Sidartavlc en todos sus puntos.

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  7. Herbert West
    8 abril, 2015 a las 7:25

    Sidartavic, Unidad nacional.

    El efecto placebo, no es nada. Es el nombre que se da a la «mejoría» reportada por el simple hecho de ser tratado. Por eso se intenta eliminar ese factor a la hora de evaluar la eficacia de un tratamiento. Si es indistinguible del placebo es que no tiene actividad propia, es decir no hace nada. Por lo tanto dar remedios placebo no es ético.

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  8. 16 abril, 2015 a las 8:03

    Reblogueó esto en MagufoBusters™.

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  9. mrag
    20 abril, 2015 a las 21:22

    Decid lo que queráis, yo seguiré confiando plenamente en la whiskyterapia: si no acaba con la enfermedad hace que deje de importarte

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